• 26 de Abril

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Los desafíos ambientales de la comuna de Puerto Varas y los de la región son críticos. La forma como los abordemos será fundamental no sólo para la calidad de vida presente de nuestras familias sino además, para la preservación de la vocación territorial, los patrimonios y la calidad de vida a los que podrán acceder las futuras generaciones. Por eso, dichos desafíos constituyen uno de los tres pilares fundamentales de la “sustentabilidad”, esa cualidad común a todos los programas relevantes de las recientes elecciones. Otro pilar de la Estrategia de Desarrollo Sustentable es que sea socialmente integradora de manera que incentive los espacios comunes y con esto, el sentido de pertenencia, el re encuentro, la provisión mínima para todos  y  la igualdad de oportunidades. Y finalmente, la sustentabilidad requiere seguir una senda de desarrollo económico capaz de generar su propio financiamiento respetando además esos delicados equilibrios ecosistémicos y sociales.

Hace unas tres décadas - antes de la segunda ola - los problemas de aguas de la Bahía de Puerto Varas y del Río Maullín, del aire en las ciudades de la comuna, de la disposición de deshechos domiciliarios y de la desarticulación y colapso urbano, existían, pero su magnitud no alcanzaba aún los niveles suficientes para poner en riesgo su regeneración ambiental y funcional. A partir de entonces, no obstante las señales, las cosas siguieron haciéndose “como siempre”, evitando reconocer el alarmante crecimiento del deterioro ambiental del territorio.

Ya en el año 2005 surgieron las primeras voces de alarma, entre ellas la de la Corporación de Turismo y Cultura de Puerto Varas que organizaba la primera “Mesa Sanitaria” apuntando a los riesgos ambientales de la Bahía y del Maullín y que se repitió con más fuerza y con propuestas técnicas de solución concretas en el 2012. Un poco antes esta organización promovió el desarrollo de un nuevo Plano Regulador Comunal liderado por la Universidad de Chile, que fue inexplicablemente desahuciado en su etapa final por el alcalde de entonces.  También la Corporación lideró desde su génesis el movimiento que pedía la preservación del Patrimonio Urbano, la protección del Borde Costero y el escrutinio público del “Proyecto Relleno Sanitario Provincial La Laja”, esa bomba hoy ad portas de explotar.

Imposibilitados de seguir postergando el reconocimiento del problema ambiental por la presión de la sociedad civil a la que se sumaron diversas organizaciones, las autoridades comunales y regionales de la última década optaron en general por un “discurso ambientalista”, por una flojísima fiscalización real y por vociferantes medidas comunicacionales frente a algunas infracciones de las normas,  que comúnmente  derivaban en esporádicos Juicios y Multas a los trasgresores buscando calmar así la “épica activista”. Como el circo romano, esta “estrategia política” naturalmente no aportó al desarrollo de soluciones, más allá de proveer de una plataforma comunicacional atractiva para los “escarmientos” en beneficio del caudillaje local, de la creciente burocracia ambiental y algunos activistas más preocupados de dar a conocer sus consignas que de resolver el problema.

Hoy esto puede cambiar porque contamos con la necesaria confianza en la genuina conciencia ambiental de la administración comunal entrante y en su capacidad de desarrollar soluciones  técnicas alcanzables. Esto nos permite sustituir esa inefectiva estrategia confrontacional por una de acercamiento correctivo a las empresas y agentes generadores de externalidades ambientales, que ponga la solución técnica del problema como prioridad. Aunque menos épica y vociferante, su adopción impulsaría el avance de verdad hacia la requerida sustentabilidad.

por Pablo Ortúzar A.