• 28 de Abril

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Desde que empezó el estallido social hasta ahora, se han multiplicado los rayados en los muros de la comuna. Los rayados conversan entre ellos. Un rayado dice algo asociado al apruebo o al rechazo y a los pocos días otra persona le responde en el mismo rayado. No lo borra, sino que lo complementa. Por lo general se ofenden mutuamente. Basta caminar por las calles de Puerto Varas para leer esta sesión de escritura colectiva.

Los rayados no son como los murales. En el rayado no hay especial detención por el arte, el rayado es una expresión de manifestación. El ímpetu de decir. Una búsqueda, la reivindicación, la voz que no se siente escuchada impuesta con pintura que no sale fácil. El rayado es la transgresión de la estabilidad. El rayado busca perdurar en el muro. Quedarse con su estabilidad. Ser su estabilidad.

Los muros son como los huesos del esqueleto social. En los muros están las fronteras del espacio público y privado, la definición que separa el aire de lo concreto. Los muros registran la evidencia del curso de la historia y su estabilidad en el tiempo, conforman el laberinto de como todo funciona, o al menos, lo intenta. Los muros son parte del hábitat humano, cual nido de pájaros al árbol, los cimientos a la tierra y la rigidez del muro que crece en sus estrictos 90 grados. Los muros hablan, tal como lo hacen los rayados. Cada muro expresa un ordenamiento y una estabilidad. A veces firme, a veces frágil, a veces consistente, a veces precaria. Los muros de Puerto Varas están donde han podido y estarán según el ordenamiento, plano regulador vigente, 1990 te saluda.

Los muros digitales de las redes sociales viven la misma suerte. A quién no le ha tocado leer comentarios en Facebook que pasan rápidamente de opiniones a ofensas personales. A quien no le ha tocado leer una discusión en un grupo de whasapp que termina con alguien que sale del grupo. Descalificaciones. Hay quienes han convertido la pantalla en trinchera, desde donde disparan convenientes fragmentos de argumentos como metralleta automática. Velocidad, ruido, impacto, daños. Reenviar mensaje. Copiar y mandar mensaje. Rumores de ataques, nada confirmado, reenviar, rumores sobre supuestas influencias internacionales, reenviar, rumores sobre conspiraciones, reenviar. Son los mismos contribuyentes que se apegan a la falacia cruel: O yo, o el caos. O triunfa mi idea por lo positiva que es para todos, o triunfa la otra y se desata el apocalipsis social.

La participación del proceso electoral de abril debe partir elementalmente por respetar el proceso y lo que el proceso democrático representa. Eso es mucho más que votar, es también compartir diferencias. Respetar diferencias. Saber escuchar. Moderar. Matizar.

La estabilidad social que pueda ofrecer esta elección, más allá del resultado, está marcada por la calidad del proceso. Lamentablemente, el diálogo ciudadano en este tiempo electoral deberá convivir con la posición de quienes sólo tienen oídos para escuchar las ideas que defienden. Los rayados hablan, pero no escuchan. Los muros hablan, pero no escuchan. Las trincheras de las pantallas hablan, pero no escuchan. Promover y favorecer un debate honesto, que sepa escuchar más que decir, será lo que hará la diferencia. Polarización o encuentro. En este tema las autoridades tienen una gran responsabilidad. Los muros de Puerto Varas están rayados como los muros de la mayoría de las comunas de Chile, pero acá aún podemos marcar la diferencia del clima cívico en cómo se vive el proceso. ¿Dónde se conversa en Puerto Varas? ¿Cuándo?

Por Pablo Hübner