• 28 de Marzo

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¿Le ha pasado o ha sido testigo de discusiones en grupos de Whatsapp que terminan con algún integrante molesto e incluso autoeliminado? ¿ha sentido -quizás- que, en una reunión familiar, no se puede hablar sobre un tema determinado, para no generar conflicto?

Prácticamente todos hemos pasado por circunstancias como estas, pero ¿qué se puede hacer al respecto? La clave está en la educación. Aunque todos provienen de familias y escuelas diferentes, hay un elemento en común: la carencia de herramientas para poder lidiar, enfrentar y resolver nuestros conflictos.

¿Qué pasa en el colegio cuando dos niños pequeños pelean? Habitualmente el adulto a cargo los separa y les dice que no peleen más. Si se vuelve a repetir, los sientan en distintos lugares de la sala para que no tengan más peleas. ¿Qué aprendemos? Es bastante evidente. El conflicto es malo y hay que evitarlo por todos los medios posibles. 

Sin embargo, la realidad es contraria, porque el conflicto es consustancial a la vida en sociedad y es necesario aprender a resolverlo de forma pacífica para vivir mejor y contribuir a construir una sociedad más democrática. 

Como dice Yuval Noa Harari en su libro “Sapiens: de Animales a Dioses”, durante la historia del ser humano la respuesta hostil fue muy adaptativa, ya que le permitió a cada una de las tribus que conformaron la base de lo que hoy es la humanidad, tener una ventaja evolutiva. 

Es así como, frente al conflicto, tenemos una tendencia evolutiva a reaccionar de forma agresiva o evitativa (respuesta de “fight or flight”, descrita originalmente por Walter Bradford Cannon). Es decir, cuando estamos con una persona que opina distinto en un tema muy sensible y nos sentimos en peligro, existe una tendencia a agredir (gritar, insultar, golpear) o bien se busca evitar la situación, como el abandono de un grupo de Whatsapp, por ejemplo.

Para evitar este tipo de respuestas resulta necesario enseñar a nuestro cerebro para enfrentar la situación. De este modo somos capaces de escuchar al otro con calma y lograr acuerdos, ya que entendemos que no es un tigre o una tribu enemiga que nos viene a matar o agredir. 

Volviendo a la pregunta inicial, es fundamental poder enseñarles a nuestros niños, niñas y jóvenes a manejar sus emociones cuando están enojados, porque tienden a demostrarlo a través de la agresión o el escape. Es decir, educar su cerebro para que puedan expresar de manera más efectiva su molestia, entendiendo lo que pueden estar sintiendo y en conjunto llegar a un acuerdo o solución.

Es más, esto debiera ser parte del currículo básico de todo el sistema educativo chileno, ya que eso es una de las bases de una sociedad dialogante, democrática e inclusiva. Y, un beneficio no menor de este aprendizaje de la resolución de conflictos en la escuela es que ayuda a reconocer el conflicto en el seno familiar o en nuestros círculos de amigos y enfrentarlo en forma constructiva. 

 

Sergio Elliot Irigoin

Director Psicología Advance

Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.