• 28 de Marzo

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El título es un mensaje más que claro y directo de la A.G. Chile Rural que se reunió en Puerto Varas para transferir al plano de las libertades individuales,  el grave problema que sufre nuestro sur con la explotación salvaje de ecosistemas y tierras agrícolas para entregarle al mercado inmobiliario soluciones “ecológicas” y “sustentables” de vivienda. La ofensiva tiene su objetivo: llevar la discusión al plano de las libertades individuales y cargar sobre las espaldas del consumidor un problema cuyos impactos son colectivos y comunitarios al afectar directamente la calidad de vida de nuestras comunidades con la afectación de ecosistemas completos y las especies que los habitan. Los invitados políticos a dicho seminario confirman esta estrategia que más parece un acto de campaña que un verdadero debate sobre los alcances del desarrollo inmobiliario en zonas rurales que, dicho sea de paso,  en los últimos años nos ha llevado a una verdadera emergencia ambiental. No se genera un mea culpa al respecto,  ni tampoco se incluye en el seminario la mirada de decenas de organizaciones de la sociedad civil que llevan años denunciando la explotación indiscriminada de predios rurales para el desarrollo de proyectos inmobiliarios. Su debate se centra en las regulaciones vigentes pero no profundiza en los efectos de llevar viviendas y personas a zonas de alto valor biológico. Se habla superficialmente de corredores biológicos cuando sabemos que uno de los efectos del habitar la ruralidad es la introducción de especies exóticas sin control como son las mascotas. Tampoco se habla de la escasez hídrica, la contaminación del suelo, ni de la transferencia de responsabilidad a las municipalidades del aumento del manejo de residuos, de la generación de accesos, solo para nombrar algunos de los efectos de los loteos inmobiliarios en zonas rurales. Primó por años la filosofía de primero urbanizo y luego que las autoridades comunales resuelvan el problema.

Como la idea del seminario según su encabezado es responsabilizar al consumidor y dejar en sus manos el habitar responsable, los desarrolladores simplemente luchan y se reúnen para seguir construyendo y subdividiendo, manteniendo un negocio extremadamente lucrativo que no ha sabido de regulaciones o responsabilidades durante los últimos 20 años, cuando comienza crecer exponencialmente la migración ciudad-campo que llega a su clímax durante la pandemia.

Pero sabemos que el co-habitar responsable es muy marginal dentro de los proyectos que se multiplican en el sur de Chile, y esto lo hemos podido constatar como Comité Ambiental Comunal en visitas a distintos loteos donde las mascotas circulan libremente, la contaminación lumínica excede toda norma y la preocupación por la conservación se derrama sobre reglamentos que en muchos casos solo son acuerdos de buenas intenciones. El ejemplo más triste de estos loteos nos lo entregó un proyecto en la ribera del Rio Maullín que terminó en tribunales y donde se arrasó con una ladera completa de vegetación nativa en un Santuario de la Naturaleza declarado y protegido. La subdivisión del sur de Chile mientras tanto continúa, especialmente en aquellos territorios donde las autoridades siguen haciendo vista gorda. Por lo pronto acá en nuestra comuna seguiremos apoyando los esfuerzos que se han llevado adelante por regular y normar este negocio inmobiliario, aportando desde nuestra vereda y poniendo siempre por sobre la libertad individual el impacto y el bien colectivo, además del irrestricto e intransable respeto por el medio ambiente y las comunidades locales.

Comité Ambiental Comunal de Puerto Varas