• 19 de Abril

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Finalmente no obstante el denodado esfuerzo político y empresarial por promover en nombre del “desarrollo” la aglomeración urbana que facilita la renta y la concentración del poder, el fracaso funcional, sanitario, social, estético y ecológico de las grandes ciudades del país y del mundo ha quedado a la vista, ayudados por el calentamiento global y la ola de efervescencia social del 2019 primero y por la Pandemia  a partir de entonces.

No debería sorprendernos mucho!  Al fin y al cabo, la mega ciudad es hija de la peor cara de la revolución industrial. Me refiero a la junta de la codicia especulativa, con la política cooptada y la tecnología, un “menage a trois” que parece mantenerse casi  impertérrito desde el siglo XVIII.

Dicha junta se tragó  como un hoyo negro la vida Semi rural característica de la aldea y la ciudad autosustentable arrasando su población por generaciones  para proveer de mano de obra barata a la línea de ensamblaje de la creciente periferia negra de las urbes del mundo y la transformación a monocultivos del paisaje rural. Paradojalmente hoy, esa misma tecnología a través del tele comercio y del tele trabajo, ofrece una salida a la atrofia humana que esa  forma de vida artificial y forzada ha provocado por casi  trescientos años.

En consecuencia, observamos hoy un Tsunami Emigratorio desde las grandes urbes del mundo occidental hacia las ciudades más pequeñas y hacia la vida Semi rural. La demanda habitacional para primera  residencia de las otrora “segunda residencia” se ha disparado a nivel global, y las “parcelas de agrado” desaparecen bajo la estampida de compras de “parcelas residenciales”. De acuerdo a reconocidos urbanistas de la Universidad Católica, sólo en el último año  unos 400 mil ciudadanos (Puerto Montt más Osorno) abandonaron Santiago, para re ubicar sus residencias al sur y en el litoral central de Chile.

Hay quienes pensamos que este fenómeno viene para quedarse, que puede representar una oportunidad de acercar la residencia a la naturaleza con enormes beneficios para la familia y la formación de las nuevas generaciones en múltiples aspectos. Dicho fenómeno ocasionará importantes ajustes en la dinámica urbana de las ciudades emisoras y en los territorios receptores de estas familias en general jóvenes y otros de la tercera edad. En este contexto parece fundamental pedir creatividad y transparencia a  los organismos encargados de la Planificación Territorial, los Ministerios relacionados y  autoridades afectadas.

El canto de sirenas en favor del “desarrollo” que promueve la Cámara Chilena de la Construcción local, tras su interés de conurbanizar Puerto Montt y la Cuenca del Lago Llanquihue, consolidar la potestad del automóvil en vez del trasporte colectivo con una Carretera Concesionada y repetir  el “modelo” especulativo de la mega ciudad, es replicar las condiciones que provocan el Tsunami.

Más aún, la satanización de la vida Semi rural en parcelas residenciales que este mismo gremio difunde sin otro interés que el de asegurar que “las ovejas nuevas caigan en el corral urbano” debe ser reemplazado por una mirada proactiva, que busque la forma de conciliar el natural retorno de la vida residencial humana a la tierra minimizando los efectos ecosistémicos y funcionales que ello pueda ocasionar. La Comuna de Puerto Varas, con su experiencia inmigratoria previa y su condición urbana y rural, puede ser pionera en hacer propio este gran desafío.

Pablo Ortúzar A.