• 16 de Abril

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Es esencial dejar el discurso de lado, la doble cara, ser sincero y afrontar virtudes y defectos para analizarlos en su justo mérito.

Esto debe ser la base para llevar a cabo las acciones en pos de la sostenibilidad y cuidado del medioambiente, tan necesario para toda industria, especialmente la salmonera, de la cual soy parte.

Hace unas semanas, en Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) incluyó al salmón en la exclusiva lista de los denominados super foods o comidas sanas. En un contexto mundial de crecimiento demográfico masivo, y un planeta estresado, resulta imperante robustecer una acuicultura sustentable. El salmón chileno alimenta más de 13 millones de personas todos los días y es reconocido en los mercados más exigentes, con altos estándares ESG y alimenticios. Entonces, ¿por qué el orgullo salmonero, que se siente fuerte en cuatro regiones del sur de Chile, aún no ha contagiado a todo nuestro país?

Enumerar virtudes de Ventisqueros me quedaría fácil. Me atrevo con algunas para ejemplificar el punto: haber adherido a los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU para eliminar el hambre, alcanzar una mejor nutrición y promover una acuicultura sostenible para cuidar los océanos, plan de reducción de emisiones de CO2 al 2023, así como también, una real disminución en uso de antibióticos, cuidado del suelo marino, economía circular, limpieza total de playas, entre otras. Hay que ser claros respecto de algo: los salmoneros somos los primeros y más interesados en respetar los límites biológicos y preservar nuestros mares.

El silencio y la resiliencia de nuestra industria en los últimos años, no ha hecho justicia al hecho de que estamos actuando por el bienestar de todos, de cada uno, del planeta, de nuestras comunidades, familias, trabajadores, hijos y nietos. Por el contrario, solo ha contribuido al nocivo fenómeno de la desinformación. Creo firmemente, que a pesar de las dificultades y errores que hemos vivido como industria, es tiempo de decir que se puede, sin eslóganes, sin frases rimbombantes, alcanzar una acuicultura sustentable. En muchos sentidos, ya la estamos realizando.

La sostenibilidad, para muchos una moda, se basa en acciones concretas. En el caso de los salmoneros, es de toda lógica resguardar nuestra fauna y flora. Hace todo el sentido cuidar el entorno en que una compañía se desarrolla, especialmente porque sería poco sincero no reconocer que toda actividad productiva genera un impacto. La tarea es reconocerlo, mitigarlo y proteger el medioambiente.

La utilidad sin duda es importante, pero da lo mismo la forma en que ésta se genera.

En sostenibilidad urge actuar ya, para después, hablar con el ejemplo. En Ventisqueros, y estoy seguro de que el resto de la industria salmonera también, estamos poniendo toda nuestra energía en mejorar y hacer que todos los chilenos nos sintamos orgullosos de la actividad salmonicultura nacional.

Agustín Waidele, director de Comunicaciones y Asuntos Públicos de Ventisqueros