"Si usted cree que el costo de la educación es alto, tenga en cuenta el costo de la ignorancia"(Derek Bok, Rector Universidad de Harvard 1971 - 1991). En la sociedad del conocimiento, los países no pueden permitirse postergar la educación, la ciencia y la tecnología sin grave menoscabo de la calidad de vida de su gente en el futuro inmediato. Así como el desarrollo va de la mano del conocimiento, la pobreza va de la mano de la ignorancia, impidiendo construir bienes, servicios y normas a la altura de nuevas necesidades y formas de convivencia, justas y pacíficas, que favorezcan la solidaridad y la cooperación, claves para las soluciones del futuro. La ignorancia es una situación de falta de conocimiento que no permite resolver problemas ni anticiparlos, imponiendo consecuentemente un alto costo a nuestro presente y futuro. El proceso de globalización ha favorecido la importación de tecnologías y bienes de capital para desarrollar o fortalecer actividades industriales o soluciones sociales. Frecuentemente, ello ha conducido a éxitos cortoplacistas que acabaron sucumbiendo o debilitándose por falta de conocimientos científicos locales o ausencia de recursos humanos calificados, capaces de innovar para ajustar la tecnología a nuevos desafíos que aseguraran su competitividad en el tiempo. Además, la falta de conocimientos de base local afectó el desarrollo de normas robustas y pertinentes, generándose externalidades sociales y ambientales negativas. La simple transferencia tecnológica es insuficiente si no va acompañada de ciencia y formación de capital humano que la sostengan en el tiempo. Gran parte de nuestra normativa en industrias de recursos naturales, como pesca, acuicultura, agricultura y minería ha demostrado un escaso conocimiento científico del territorio, como consecuencia de debilidad en la generación de conocimiento o falta de cooperación para integrar información, creando situaciones de ignorancia. Probablemente las catástrofes evidencian de modo dramático los costos que impone la ignorancia proveniente de una u otra forma causal, cuando no sólo debemos lamentar costos en bienes, sino en vidas humanas que deben ser una lección para nuestro país que, por su naturaleza, deberá enfrentar muchos desafíos asociados a grandes cambios ambientales y sociales. “No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa” (Ortega y Gasset).
Adolfo Alvial Muñoz
Director Regional de CORFO Los Lagos