• 20 de Abril

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Han pasado más de dos meses desde que el Ministerio de Educación (MINEDUC) decretara la suspensión de clases presenciales en jardines infantiles e instituciones educativas públicas, particulares subvencionadas y particulares pagadas. Aquello que se anunció como medida preventiva el 15 de marzo, hoy nos tienen bajo un estado de total y absoluta incertidumbre.

La suspensión de clases presenciales ha forzado a las distintas comunidades educativas a modificar, obligatoriamente, las estrategias metodológicas aplicadas durante años en el sistema educacional convencional de enseñanza presente en nuestro país y en el mundo entero, el cual, en ningún caso, nos preparó para enfrentar y desarrollar un aprendizaje remoto. En este contexto, es necesario ahondar en las complejidades que ha significado enseñar y aprender por medio de plataformas virtuales, pues los procesos adaptativos no sólo han golpeado de manera abrupta a los docentes, sino también a las familias y, por supuesto, a nuestros estudiantes. Las rutinas ya no son las mismas, de eso no hay duda. Los docentes han tenido que adaptar rincones de sus hogares en salas de profesores y los estudiantes espacios de su cocina, pieza o living en aulas improvisadas, para intentar, de una u otra forma, dar continuidad a sus procesos formativos.

En atención a lo anterior, un sinfín de “expertos” en materia educativa aparecen constantemente en los distintos medios de comunicación entregando orientaciones sobre cómo educar en tiempos de pandemia. Sin embargo, muchas de esas recomendaciones son formuladas desde un escenario completamente alejado a la realidad que se vive en el sistema público de Chile. Es probable que esas “recomendaciones” surjan desde un escritorio y/o algún espacio del hogar cómodo, acogedor y, por sobre todo, espacioso. Pero ¿Qué pasa con aquellas familias en donde viven más de cinco personas, de diferentes edades, con distintos requerimientos y necesidades y que no cuentan con los espacios idóneos para desarrollar los procesos de aprendizaje de sus hijos o hijas? ¿Qué pasa con esas familias de sectores rurales que no cuentan con acceso a los canales de conectividad para participar “presencialmente” en las clases virtuales? ¿Qué sucede con aquellas familias desempleadas que no pueden costear un computador?

Hoy, la respuesta a todas las interrogantes plasmadas las está entregando la primera línea de batalla que trabaja en el sistema público de Chile. Aquellos directivos, docentes y asistentes de la educación que día a día se encuentran trabajando para diseñar estrategias que permitan abarcan a todos y cada uno de los estudiantes de nuestros colegios municipales, para intentar disminuir lo mayor posible las brechas de desigualdad social y educacional que se están acrecentando hoy más que nunca en nuestro país y en el mundo entero.

Nadia Garcés Montes

Profesora de Educación Física y Salud

Inspectora General Colegio Nueva Braunau.