• 14 de Diciembre

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La Ley TEA plantea un cambio cultural, educativo, social e inclusivo

Fonoaudióloga USS asegura que, a partir de esta norma, se genera una enorme oportunidad para visibilizar el autismo y fomentar la implicación ciudadana en el conocimiento no estereotipado y libre de mitos sobre este tema. 


Establecer un reconocimiento temprano del autismo en niños, niñas, adolescentes y en personas adultas, que en su momento no fueron diagnosticadas, es uno de los principales aportes que hace la Ley de Autismo o Ley Tea que está muy cerca de concluir su tramitación en el Congreso. 

Loreto Grandón, académica de Vinculación con el medio de la carrera de Fonoaudiología USS asegura que la ley de autismo es un punto de inicio para promover un cambio de paradigma entendiendo, al autismo “no como una enfermedad, sino como una condición del neurodesarrollo que tiene fortalezas y desafíos como todos”. 

En ese sentido aclara “si hablamos de neurodivergencia es un término general aplicado preferentemente a personas que viven con autismo, pero también abarca a personas con déficit atencional e hiperactividad y otras condiciones del neurodesarrollo que presentan una variabilidad natural en el funcionamiento cerebral distinta a la “norma”. 

 

 

¿Qué aporta concretamente esta ley?


Lo principal es que el Estado deberá cumplir con un régimen que contempla definiciones, principios y deberes en el área social, de salud y educación de las personas con autismo. 

Desde el punto de vista sanitario, la nueva normativa promueve una atención en salud pertinente a las necesidades de las personas con autismo, desde una perspectiva de derechos. Particularmente, se incorporan artículos donde se promueve el acceso a un proceso diagnóstico temprano, oportuno e interdisciplinario y sin discriminación por edad. Esto es especialmente relevante y nuevo, porque el diagnóstico en personas adultas con autismo contribuye a realizar acciones que puedan ayudar a tener una mejor calidad de vida y a prevenir problemas de salud mental (depresión, e incluso, el suicidio)  

En cuanto a la atención de salud, la especialista explica que el Estado tiene el deber de promover el acceso a terapias integradas de acuerdo con las necesidades de las personas, de manera oportuna y con un enfoque interdisciplinario durante el curso de la vida, “atenciones a las cuales podrán acceder personas que estén en proceso de confirmación diagnóstica como aquellas que ya están diagnosticadas. Esta mirada interdisciplinaria es concordante con el abordaje del autismo y que, hasta el momento, es de un costo económico enorme para las familias y que incluye la atención de neurólogos o psiquiatras, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, psicólogos, entre otros profesionales. 

Todo ello, plantea un desafío a los equipos de salud a fin de otorgar un acompañamiento y atención adecuadas a las personas con autismo y sus familias y en el ámbito educativo, la ley establece que el Estado debe asegurar que todos los niños, niñas, adolescentes y personas adultas con autismo reciban una educación inclusiva de calidad y promueva las condiciones necesarias para el acceso, participación, permanencia y progreso de los(as) estudiantes según sea su interés.  

 

 

Crecimiento y abordaje


La académica señala como dato clave para reforzar esta necesidad, un estudio de diagnóstico de los Programas de Integración Escolar (PIE) que, utilizando registros de matrícula del MINEDUC, indica que “la evolución de la matrícula de estudiantes diagnosticados con TEA en el PIE creció un 719% entre el 2013 a 2020, pasando de una matrícula de 1482 a 12.138 estudiantes”. 

La docente precisa que a partir de esta norma  es importante ir fomentando la formación de profesores y asistentes de la educación en materia de autismo, fortalecer el trabajo colaborativo entre equipo docente y profesionales asistentes de la educación y aplicar prácticas educativas pertinentes, colaborativas e interdisciplinarias al interior de las aulas “que potencien las capacidades de estudiantes con autismo y que favorezcan su acceso al currículo escolar considerando sus intereses y características propias y, también, la de sus familias”. 

Y concluye que el abordaje educativo desde la práctica inclusiva favorece el aprendizaje de habilidades sociales de todos los estudiantes, tales como la empatía, la resiliencia, la capacidad de diálogo y el trabajo en equipo y, por lo tanto, “el hecho de tener un grupo con características diversas es un bonito desafío que nos lleva a entender que la diferencia es parte de la norma y que es propia de nuestra naturaleza humana por excelencia”.