• 23 de Abril

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Esta es la historia de un par de calcetines celestes. Estos calcetines fueron confeccionados en un lugar tradicional de Puerto Varas. Son buenos, y buenos en serio.

Estos calcetines celestes tenían muchas cosas en común y también, muchas diferencias. Uno de izquierda, el otro de derecha. Uno con más interés por el fútbol, el otro por el baile y la escalada. Uno prefería más la bachata, el otro, prefería el silencio. Lo que más en común tenían era que ambos calcetines esperaban día y noche a que alguien los compre y así, poder conocer el mundo.

Los días pasaban y nada. A veces llovía. A veces hacía calor. Las personas que miraban por la góndola parecían estar buscando otras cosas. Pelotas de fútbol, guantes, mascarillas.

Un día, próximo a navidad, el vendedor de la tienda decidió poner un cartel sobre los calcetines celestes que decía: Oferta. A las pocas horas llegó una persona y tomó a este par de calcetines celestes y le dijo al vendedor: por favor, necesito esto para regalo.

El vendedor los envolvió en un papel de regalo de color café. El papel era muy grueso, los calcetines celestes apenas distinguían entre luces y sombras.

Luego de recorrer dos cuadras, los subieron al auto. El par de calcetines celestes podía sentir el movimiento entre los semáforos, junto a la música bachata de la radio del auto. La música alegró al calcetín izquierdo y esa alegría tranquilizó al calcetín derecho. Al poco rato llegaron a una casa y los dejaron a los pies de un árbol con luces intermitentes.

Entonces, partió la otra espera. Este par de calcetines celestes imaginaban que pronto saldrían del papel de regalo y con eso, irían directo a los pies de alguien. Era lo que se comentaba en la fábrica, que eso pasaba. Mientras esperaban, se preguntaban, qué tipo de calzado usará la persona que los usará, qué tipo de pies tendrá, de dedos, de uñas, de pelos, de callos. Qué tipo de caminos, de actitud. Entonces, recordaron lo que el dueño de la fábrica de calcetines siempre les decía: Ustedes son un buen par de calcetines, van a llegar muy lejos en los pies de alguien. 

La noche buena de navidad había llegado, pero este par de calcetines pronto entendería que sería diferente. Desde el interior del paquete de regalo escuchaban voces distantes y podían ver las luces de una pantalla de computador. El calcetín izquierdo escuchaba las palabras llenas de cariño. El calcetín derecho, quien gustaba mucho del silencio, se daba cuenta de que ese silencio que escuchaba entre las palabras era un silencio dulce y triste.

Esa noche nadie abrió el paquete de regalo donde esperaban este par de calcetines celestes.

Dos días después una persona tomó el paquete con los calcetines celestes y los guardó en una caja de cartón, junto a muchas otras cosas más. La oscuridad al interior del paquete de regalos se hizo total.  Viajaron miles de kilómetros en una cosa que llamaban maletero de bus. Luego de un largo rato los bajaron y los subieron a una camioneta. Recorrieron decenas de cuadras, hasta que de pronto frenó la camioneta, sonó un timbre, una persona dijo su rut, y así, entraron a una casa. El par de calcetines celestes se estremeció por un fuerte grito:

. - Mamá, llegó la caja!

La menor de los niños de la casa se apresuró en sacar la cinta de embalaje. En eso se acercaron los otros integrantes de la familia. Ambos calcetines celestes pronto reconocieron las voces. Eran las voces de la pantalla del computador de la noche buena. De pronto se rompió el papel y una niña preciosa les sonrió y dijo, me encantan estos calcetines celestes, los voy a usar siempre, sobre todo cuando pueda viajar a ver a los abuelos a Puerto Varas. Los calcetines celestes estaban felices. Ahora sólo esperan que el viaje sea pronto. Feliz navidad a todos.