• 28 de Marzo

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Nuestro mundo cambió abruptamente. Todas las certezas que nos proporcionaban seguridad, desaparecieron. Hoy, es el tiempo de la incertidumbre, del cambio, de la inseguridad, de todos los temores aglomerados. Se produjo un cambio global que pone en tela de juicio y cuestiona, los lineamientos sobre los cuales habíamos construido nuestras vidas y nuestra sociedad. La pandemia, sólo fue un detonador, un detonador global.

En los años 60, los padres pensaban que sus hijos debían estudiar, obtener un título y desarrollar toda su carrera profesional en una gran empresa, donde finalmente jubilarían. En los años 90, ya comenzaban a manifestarse cambios globales, que indicaban a los padres que el plan anterior, no resultaría exitoso. La globalización avanzaba inexorablemente y abría el mundo, para que los más osados y con visión global, se hicieran de las mejores oportunidades laborales del mercado. La estabilidad que se lograba al trabajar en una gran compañía, se terminó. El trabajo asegurado de por vida, dejó de serlo.

Diferentes estudios realizados cerca del año 2000, indicaban que una persona debía estar preparada para cambiar de trabajo, al menos unas doce veces en su vida. El concepto de inserción laboral quedaba obsoleto y daba paso al de empleabilidad (“conjunto de capacidades y talentos de una persona, que hacen que esté en condiciones de conseguir y mantener un trabajo”; OIT, 2001). Antes, el foco del éxito laboral estaba en la empresa. En el 2000, el foco estará en las capacidades de la persona. Por lo tanto, los padres se vieron obligados a cambiar el discurso para sus hijos(as). Lo importante ahora, debía ser desarrollar las competencias personales necesarias para lograr potenciar su empleabilidad.

Los “head-hunters” ya no buscaban candidatos con gran cantidad de conocimientos, sino personas con habilidades y competencias personales muy desarrolladas (capacidad de trabajo en equipo, tolerancia al trabajo bajo presión, capacidad de autocrítica, empatía, asertividad, capacidad de motivar y comunicar). En todo esto estábamos los padres, cuando nos sorprendió el reciente cambio de paradigmas globales, que recién comenzamos a experimentar.

Hoy, debemos elaborar otro discurso para nuestros hijos(as). Mostrarles otro camino, para lograr su desarrollo y crecimiento personal. El foco cambió hacia el crecimiento de la persona. Como padres, debemos preparar a nuestros hijos(as) para desenvolverse en un mundo donde el éxito económico no será lo más importante, sino la capacidad de cada uno para ayudar a otros, para ser solidario, para trabajar por el bien común, para vivir en forma más austera respetando nuestro planeta y a los demás seres vivientes. Es un cambio de mentalidad global, que recién está iniciando, pero del cual nuestros hijos(as) ya tienen conciencia. Por esto último, es tan importante que nosotros como padres ajustemos nuestros discursos para que sean consecuentes con esta realidad y puedan ser un aporte real a la formación de los hijos(as). Tarea que no resultará fácil, pues nosotros fuimos educados desde otros paradigmas, para un mundo que ya no existe. Además, los padres enseñamos con el ejemplo. O sea, debemos actuar en consecuencia frente a nuestros hijos(as).

Esto, en su conjunto, no es más que preparar a nuestros hijos(as) para que su objetivo en la vida sea “ser buenas personas” (aquellas que viven de acuerdo a un código de valores positivos), y no que su objetivo de vida más importante sea “tener cosas” o lograr un status económico. Debemos enseñar a nuestros hijos(as) desde la primera infancia, a valorar y respetar las cosas simples y maravillosas de la naturaleza, respetar a otros seres vivientes, valorar los vínculos familiares como su soporte emocional más importante, valorar ser solidario y empático con los demás y estar motivado siempre para trabajar por el bien común, por sobre lograr bienes materiales personales.

Pero este cambio, se inicia en nosotros los padres... ¿estamos dispuestos a hacerlo?

 

Gonzalo De los Reyes Serrano

Magister en Educación; Coach en Parentalidad Positiva.