• 18 de Abril

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Una penosa jornada se vivió el día de ayer al conocer el fallecimiento de dos queridos vecinos de la comuna: Josefina Dosal y Eduardo Hitschfeld.

Josefina Dosal

Josefina Dosal falleció a los 95 años, 73 de los cuales residió en la ciudad de las rosas luego de emigrar desde su natal España con su marido, Félix Sandino, fallecido hace varios años, y con quien construyeron Ferretería Sandino, empresa que se mantuvo exitosamente por muchos años en la ciudad.

La Jose, como todos la conocíamos, fue una mujer llena de energía y determinación. Gran deportista, y aficionada a la caminata y a la escalada. Conquistó la cumbre del Volcán Osorno un par de veces y participó en varias ocasiones en patrullas de búsqueda de personas desaparecidas en el mismo volcán.

Una de las mayores muestras de su determinación fue la creación de la Escuela Diferencial Aspadep que la llevó incluso a entrevistarse con Don Francisco en la búsqueda de financiamiento para este proyecto, que le cambió la vida a muchas familias de la comuna que no tenían donde tratar a sus hijos con necesidades especiales.

Sus restos están siendo velados en el Velatorio de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Puerto Varas y sus funerales se realizarán el día de hoy martes 25 de febrero, a las 13 horas, en la misma parroquia, para luego trasladarse el Cementerio Católico de Puerto Varas donde descansarán sus restos.

Eduardo Hitschfeld

Eduardo Hitschfeld también nos dejó en la jornada de ayer, a sus 76 años, quien fuera un querido doctor de la ciudad de las rosas, reconocido por su certero diagnóstico y su gran corazón, quien luego de terminar sus estudios en el Colegio Germania, cursó medicina en la Universidad Católica.

Trabajó muchos años en el ex Hospital San José (hoy Clínica Puerto Varas) donde su bisturí sanó a muchos vecinos, para después dedicarse a la práctica privada de la medicina donde todos llegábamos a su consulta cuando sentíamos una dolencia.

Miembro del Club de Leones, del Coro Polifónico de la ciudad, ex Concejal de la comuna, “Lalo”, como todos lo conocíamos, siempre tenía tiempo para ayudar a quien lo necesitaba. Le gustaba la actuación, la música, las artes, la filosofía, los deportes, era aficionado a la bicicleta y la natación. De hecho, se le podía ver saliendo de su casa en traje de baño y caminar la cuadra que separaba su hogar, ubicado frente a la plaza, para darse un baño matutino en su querido Lago Llanquihue en toda época del año.

La comunidad local quedó muy conmovida con la pérdida de estas dos grandes personas que ayudaron a mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta zona, por lo cual, les estamos eternamente agradecidos.