- Cuatro invernaderos, tres de ellos de 200 mts2, ubicados en las profundidades del bosque en las faldas del Volcán Calbuco en Ensenada, son el lugar donde crecen de manera orgánica, variadas especies de hoja verde y flores comestibles, que son el producto estrella de la cocina local, utilizados principalmente para adornar los platos de los hoteles cinco estrellas y restaurantes gourmet de Puerto Varas y la zona.
Roberto Tampier Peronard (65 años), ingeniero civil de la Universidad Santa María, tenía una exitosa empresa en los años 80, la cual abandonó y partió con su esposa de ese momento y sus hijos, al norte a buscar una actividad, una manera de vivir que tuviera sentido para él “el concepto de éxito que implica plata y bienes no era el éxito para mi” comenta Roberto.
Es así que se estableció en San Pedro de Atacama, donde compró un terreno sin saber qué iba hacer. “Ahí aprendí a ser artesano, aprendí a construir casas, aprendí agricultura. Yo ni siquiera conocía una planta de tomates, no sabía nada de agricultura, ni de ganadería, menos ganadería menor ya que ahí me dediqué a la crianza de conejos, probando distintas cosas, finalmente, me quedé con lo que me tincó que fue la agricultura orgánica. Partí con la agricultura y derivé rápidamente a lo orgánico: que sea natural, que no tenga ningún suplemento o ingrediente o activo sintético, un poco como era antes, pero con técnicas más modernas. Yo no soy enemigo de la tecnología de ninguna manera, pero bien utilizada”.
“Al principio producía todo tipo de hortalizas que se pueden cultivar en un invernadero: sandia, melones, tomates, lechugas, brócoli, de todo y probando, porque como te dije yo no tenía idea, pero me guié por la necesidad del entorno, de mis consumidores, porque yo vendía a personas, y después me di cuenta de que había un mercado mucho más interesante desde el punto de vista económico, que también hay que preocuparse de aquello, que eran los hoteles cinco estrellas y los restaurantes gourmet y, para ellos empecé a crear un producto que se fue dando un poco por la necesidad que ellos me iban indicando y por mi investigación. Empecé a introducir productos que no existían en Chile en esos entonces, estoy hablando de hace 30 o 40 años atrás, la mizuna, la rúcula no era conocida estaba recién ingresando. Me trajeron semillas de Europa, como había mucho extranjero en San Pedro tenía amigos italianos que me trajeron semillas de rúcula y probamos y funcionó muy bien y gustó, y así me fui hacia el lado de las hortalizas de consumo frío, básicamente de adorno, así que tengo mucha hortaliza de ensalada, pero nuestros clientes la usan básicamente para adornar sus platos”.
Hace más de una década, la hermana de Roberto se había comprado un terreno en Ensenada, en medio del bosque cercano al Volcán Calbuco y lo invitó a emprender juntos en ese lugar y él le propone desarrollar lo mismo que en San Pedro dado que la zona también es turística y hay mucho hotel cinco estrellas y restaurantes gourmet. Y así se estableció en las faldas del volcán Calbuco un año después de que dicho volcán hizo erupción.
Es así que junto a su pareja, Mónica Cruz, ex compañera de curso con quien se reencontró hace cerca de 12 años, se dio a la tarea de partir nuevamente con la agricultura orgánica, pensando que aquí en el sur de Chile, esta actividad sería más fácil.
¿Cómo es hacer agricultura orgánica en el sur de Chile? ¿Más fácil que en el norte?
“Eso pensé yo, que aquí iba a ser mucho más fácil no sólo porque hay más agua, sino porque no hay tantas sales, el agua aquí es pura. La sal es un problema y dentro de las sales hay mucho arsénico que es tóxico para los seres humanos, pero también hay mucho boro que es tóxico para las plantas, es fitotóxico. Tenía días en que en las noches tenía 15º bajo cero y durante el día tenía 20º , o sea un diferencial de 35 º en el mismo día, mucho stress para las plantas”.
“El problema que tengo acá, sobre todo en invierno, es que la mínima es 2º bajo cero y la máxima 1º bajo cero, no sube nada la temperatura, entonces con esas condiciones de temperatura y de luminosidad, que es más importante todavía, nada crece salvo los hongos, los hongos patógenos, los hongos que te matan la planta y hay más de 200 hongos, por dar una cifra. Y hay muchos que responden de distintas formas a los agentes de control, te recuerdo que soy orgánico así que nunca he usado un funguicida, sino que agentes de control y, como dice la palabra, los agentes de control orgánico controlan, no matan al enemigo, lo mantiene bajo control”.
“Hay dos temas importantes para los hongos: los agentes de control y la parte cultural, o sea la forma de regar, debe ser una forma que mantenga la superficie de la tierra ojalá seca y que el agua esté bajo tierra, solamente y así reduzco una gama de hongos que son aéreos, hay que mantener, en lo posible, seco el ambiente donde están las plantas”.
“Después viene el control propiamente tal donde utilizo otros hongos, los hongos malos son una especie de okupas que están metidos en una casa que no les pertenece y, yo les meto a unos okupas que desplazan a los otros okupas y son benéficos para la planta, en vez de comerse a la planta hacen simbiosis con ella y facilitan que absorban otros nutrientes”.
“Utiliza, por ejemplo, el propóleo para controlar una cierta gama de hongos aéreos que atacan la parte de arriba de la planta, también utilizo cambios de ph: bajo el ph con el vinagre o subo el ph con ceniza de madera que además aporta el potasio, y con esos cambios le molesto al ambiente a los bichos en un rango que no alcanzo a molestar a la planta”.
¿Qué es lo que plantas específicamente?
“Tengo plantado hojas de consumo frío que se usan para adorno como las mizunas rojas y mizunas verdes, rúcula, acelga baby que se puede consumir cruda, a diferencia de la acelga corriente que, como las papas, no se pueden consumir crudas, pero éstas sí se pueden consumir crudas; hojas de betarraga baby, que es un tipo de betarraga que no da bulbo, solamente da hojas que son dulces; tengo también espinaca nativa, que es una variedad de espinaca que se da solamente en el sur de Chile y Argentina y en Nueva Zelanda, que se llama tretagonia tretagonoides que para nosotros es la “Espita” la espinaca de la Ita, ya que la semilla me la regaló mi tía y madrina Edith Tampier”.
“A todos nuestros clientes se les entregan los productos en su lugar de consumo, obviamente, nadie llega para acá”.
También tienen un invernadero completamente delicado a las flores comestibles, el cual está a cargo de Mónica.
¿De dónde sacas el agua, la electricidad?
“Somos totalmente autónomos, juntamos el agua de lluvia que cae por los invernaderos y la filtramos, tenemos paneles solares que alcanzan para un 97% del tiempo en el año y hay un 3% en que tengo que encender el motor, cuando tengo tres o cuatro días de lluvia continua, calefacción a leña de árboles caídos o de tipos no autóctonos como el pino y el eucaliptus, usamos detergentes biodegradables y pozo séptico, devolvemos el agua al bosque y hacemos nuestro propio compostaje. Tenemos internet y vemos Netflix, pero no tenemos microondas ni secador de pelo, por ejemplo, porque necesitamos la energía para otras cosas. Pero todo fluye y nos organizamos. Yo buscaba una actividad que me hiciera sentido y, he acuñado la expresión de que actualmente soy contento”.
Cabe señalar que Roberto construyó los invernaderos y la casa donde viven, además de una pequeña cabaña donde llegaron a vivir el primero año en el sur.
“Es importante destacar- señala Mónica- que esto no es nuestro, es de la familia y nos invitaron a un proyecto conservacionista con la idea de que las futuras generaciones conocieran el bosque nativo, sin fines de lucro, y ha sido bien entretenido. No ha sido fácil porque aquí estamos en el fondeo del bosque, pero ha sido entretenido”.
“Le pusimos “Cotiledón” a nuestro emprendimiento porque el cotiledón son las primeras hojas de la planta. La venta del producto se mantiene por la calidad, y los chefs- que son nuestros clientes- se pasan el dato. Lo que vendemos es un producto que va de boca en boca, el producto se cosecha y se entrega inmediatamente y dura en perfecto estado una semana, porque está recién cortado, y el hecho de que sea orgánico es un plus. Queremos salir de este mundo dejando una huella limpia, encontramos el bosque limpio y lo vamos a dejar limpio sin químico y sin daño”.
Cotiledón
Hortalizas y flores comestibles orgánicas
Ensenada
Contacto: Mónica Cruz, cel +569 53725048