• 29 de Marzo

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La pandemia viene desde hace meses complicando la vida de todo el mundo. Las medidas restrictivas son severas y tienen serios efectos en la economía y en la salud mental. El cansancio se siente y pesa.

La columna de hoy se debería haber tratado de los ganadores y perdedores de la elección municipal. Pero no, seguimos donde mismo. La suspensión de las campañas políticas para algunas candidaturas es ropa con transparencia. Se cubre lo que no se tapa. Acusar ya cansa, como cansa lo que dicen. Es como el aliento que rebota en la mascarilla.

Desde octubre del año pasado que no tenemos un fin de semana sin cuarentena en Puerto Varas. Ahora con toque de queda diario a las 9. Cuando estábamos en fase uno, durante enero, era a las 10. El centralismo pone la música. Los medios anuncian cifras récord. Ocho mil casos nuevos, nueve mil, siete mil, la realidad oscilando, los nervios corriendo y el tiempo, que a veces parece detenido y que a veces parece perdido. 

El gobierno regional nos declara su comprensión con afán de acción, coherente a los anuncios que se emiten por la tele. Harta reunión, harto zoom, harto encuentro y así, avanza la agenda hasta el punto en que pareciera que no queda más opción que una vez más, volver a castigar las pensiones individuales, con un tercer retiro del 10%.

¿La ayuda entregada por el gobierno ha sido suficiente? ¿Les ha llegado a todos quienes lo necesitan? ¿Cómo va el trabajo de acción colaborativa entre el gobierno central, regional, el municipio y otros actores fundamentales para tener éxito en este tiempo de crisis?  ¿Qué pasó con las cajas del gobierno? ¿Ya no se entregan más? ¿Ya no se necesitan más? ¿Cómo se enfrenta la brecha digital? ¿Cómo va el regreso a clases? ¿Cómo se está apoyando a los profesores con todos estos cambios?

Nadie podría decir que no se ha hecho nada, así como nadie podría decir que se ha hecho suficiente. ¿Es este el mejor esfuerzo?

En este contexto, se produce un evento más bochornoso que grave, pero que da cuenta de la distancia con la realidad que fractura nuestra sociedad.

El jueves de la semana pasada Carabineros sorprende a un grupo de más de diez personas al interior de un restaurante en Puerto Varas, compartiendo un almuerzo. Más grande es la sorpresa cuando tan nutritivo encuentro cuenta con la presencia de la subsecretaria de Educación Parvularia y la seremi de Educación de la región de Los Lagos, entre otros integrantes del equipo de servicio público para la educación de los chilenos.

Al ser descubiertas por las autoridades infringiendo la ley, las otras autoridades reconocen el error y anuncian rápidamente que se van a autodenunciar. Explican que la lluvia les complicó los planes de estar en la terraza. Y es que nadie podría haber previsto una lluvia en Puerto Varas durante abril.

Las explicaciones insisten con discreción por comprensión y solidaria complicidad. La autodenuncia por parte de las autoridades es posterior al hecho de haber sido descubiertas y por el hecho de haber sido descubiertas. El arrepentimiento, lejos de ser genuino, es una pieza de oportunidad. El afán de contención es particular y apenas sostiene la responsabilidad del cargo que financia la presencia en el cuestionado almuerzo.

Las autoridades sabían de que no se puede ir a almorzar en grupo al interior de un restaurante en plena pandemia, fase 2, y les dio lo mismo, o bien, no lo sabían y se equivocaron sin darse cuenta. Cualquiera de las dos opciones, es inaceptable. El hecho de que las autoridades no respeten las normas del gobierno que representan, mismo gobierno que paga sus sueldos con dinero de todos los chilenos, es triste. Sumarios más, sumarios menos, la confianza cruje y el respeto se ofende, mientras, las explicaciones agravan la falta. Queda la sensación de que acá los que mandan, hacen lo que quieren. Por cierto, la autodenuncia de la autoridad sólo colaborará para abultar el trabajo del sistema de fiscalización. Esa será nuestra propina.

Por: Pablo Hübner