• 19 de Abril

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Las elecciones, incluyendo los plebiscitos, se ganan o pierden el día en que se realizan. En los últimos años, diversos eventos han mostrado que las encuestas han perdido confiabilidad. El año 2016 fue demostrativo al respecto: contra todo pronóstico, Trump ganó la elección presidencial en EE.UU, en el Reino Unido se impuso el Brexit y en Colombia ganó el No en el referéndum sobre el Acuerdo de Paz, siendo que en este caso las encuestas marcaban hasta un 66 por ciento a favor de la aprobación.

¿Qué explica este fenómeno, tomando en cuenta que las técnicas de realización de encuestas son las mismas o incluso se han perfeccionado?

Desde el punto de vista de la comunicación política, las redes sociales y su utilización por parte de las empresas encuestadoras parecen no ayudar precisamente en la obtención de datos más seguros. Una preferencia expresada a través de la red no garantiza que dicho elector irá a sufragar. La misma red conforma un mundo virtual paralelo, donde se expresan posiciones mucho más categóricas y virulentas que las que se encuentran en la vida real.

Por otra parte, las formas de comunicación política han cambiado, predominando factores emocionales que pueden llevar a cambios repentinos en la opción de los votantes, siendo la incógnita más importante la decisión de concurrir a votar, sobre todo donde rige el sufragio voluntario.

Desde  otro ángulo, siempre que impera un determinado “Zeitgeist” –y en este caso la tendencia en Chile y en el mundo es claramente favorable a cambios profundos en las instituciones y en la misma política- se forma una contracorriente bastante activa y resuelta, en ocasiones más decidida a participar en los eventos políticos que quienes apoyan la tendencia dominante.

Finalmente, no olvidemos la teoría de la Espiral del Silencio, propuesta en los años 70 por la politóloga alemana Elizabeth Noelle-Neumann: quienes son parte de la mencionada contracorriente suelen ocultar sus preferencias al momento de ser encuestados. Esta tendencia se ha visto potenciada, por lo visto, en el mundo de las muchas veces condenatorias redes sociales.

 

Jorge Gillies, académico de la Facultad de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social, UTEM