• 29 de Marzo

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Tal como hoy la humanidad vive tiempos apremiantes, y el continente sudamericano es noticia por constituirse en uno de los principales focos de la propagación del COVID-19, nuestro subcontinente vivía hace precisamente 200 años atrás un ambiente complejo y convulsionado. Un 20 de agosto de 1820, y coincidiendo con el cumpleaños 42° del Director Supremo de Chile, el General Bernardo O’Higgins Riquelme, la Expedición Libertadora del Perú zarpaba desde las costas de Valparaíso cuando el reloj marcaba las 2 de la tarde. Llevando como enseña nuestra bandera chilena (pero con tres estrellas en vez de una), transportes y naves de guerra bajo el mando del Almirante Cochrane y un ejército bajo el mando del General San Martín, partían con rumbo a Pisco, previo a una breve recalada que efectuarían en el puerto de Coquimbo.

Resultaba imprescindible que desde nuestro país se enviara una expedición por mar con una fuerza capaz de adentrarse en pleno territorio peruano, con el propósito de conquistar el principal enclave realista en América del Sur. Hoy, 200 años después, cuesta solo imaginarse los esfuerzos que la planificación y ejecución de una empresa de tales características debió haber significado. Sus consecuencias, lamentablemente no son tan conocidas como debieran en nuestro país. Derivado de la óptima combinación de operaciones marítimas y terrestres, fue posible la emancipación de Perú y, posteriormente, el fin del poderío de España en Sudamérica. Chile, por su parte, se erigió en una importante potencia americana, con una escuadra que dominaría sin contrapeso las costas del Pacífico, desde el Cabo de Hornos hasta México.

Esta efeméride, indefectiblemente nos lleva a recordar el legado de O’Higgins. La obra del Director Supremo de Chile, General del Ejército de la Gran Colombia, Brigadier de las Provincias Unidas del Río de la Plata y Gran Mariscal del Perú, ha trascendido a través de los tiempos. El listado de sus logros, es extenso y contundente. Durante su gobierno, entre otras decenas de acciones, se creó la Escuela Militar y la Escuela Naval; se estableció el Escudo de Transición, la actual Bandera Nacional y el Himno Nacional; se creó la primera escuadra nacional; fueron abolidos los títulos de nobleza; fue establecida la nacionalidad chilena; fue firmada el Acta de Juramento de la Independencia de Chile; fueron promulgadas las constituciones de 1818 y 1822; se dispuso la reapertura del Instituto Nacional; y se estableció el Tribunal Supremo de Justicia.

Su gobierno abordó de manera sobresaliente materias tales como la educación, al introducir el sistema lancasteriano, establecer la gratuidad de la educación primaria y darle énfasis al funcionamiento de la Escuela Normal para la formación de profesores. Se ocupó también de la política internacional y de la defensa del republicanismo, enfrentando entre otros desafíos, la salubridad pública, la agricultura, la administración de justicia, la minería, la industria, el comercio, las comunicaciones y la vacunación contra la viruela.

Pero fue su amplísima visión, tanto en la apreciación de la realidad inmediata, como en su proyección futura, lo que más destacó a O’Higgins entre sus contemporáneos. Es allí donde emerge su real y trascendente figura. Derivado de sus estudios en Perú, España e Inglaterra, además de los contactos e influencias que en esos países recibió, O’Higgins desarrolló una acabada conciencia geopolítica, que lo llevó a visualizar la imperiosa necesidad de consolidar las fronteras, determinar áreas de interés orientadas a lograr la prosperidad del país, incorporar a la zona austral al desarrollo nacional e insertar a Chile en la comunidad internacional. Durante su exilio en Perú, ya con más tiempo para dedicarse a desarrollar sus ideas, no dejó de aconsejar al Presidente Bulnes con respecto a hacer efectiva la presencia de Chile en la zona del Estrecho de Magallanes, buscando insistentemente influir en las decisiones del gobierno, mediante propuestas concretas derivadas de serios estudios.

En tal sentido, puede concluirse que sus opiniones constituyeron un elemento fundamental en la decisión adoptada por el gobierno del General Bulnes, al momento de resolver la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, empresa en cuya preparación y materialización se llevaron a cabo casi en su totalidad las sugerencias del Libertador.

Sin duda, al conmemorarse hoy 242 años de su natalicio, podemos asegurar que el legado de O’Higgins es único y transcendental, debiendo ser reconocido por las generaciones actuales y futuras como lo que efectivamente fue y seguirá siendo… el Padre de la Patria.

 

Rodrigo Aguayo Parra, Coronel (R)

Pdte. Del Instituto O´Higginiano Sede Pto. Montt

 

Pablo Lizama Pieper, Teniente Coronel

Cdte. Del Regimiento Nº 12 “Sangra”