• 25 de Abril

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Cuarenta y cuatro kilómetros aproximadamente son los que separan a Puerto Varas y Ensenada por un camino bordeando el segundo lago más grande de nuestro extenso país, inmerso en naturaleza nativa de un auténtico deleite visual que hasta a los más escépticos nos puede convencer de que todos podemos ver algo de lo increíble de nuestro planeta. Pues hasta ahí todo bien, claro no es para nada menos que si nos quedamos sobre la ruta es probable que esta introducción sea cierta. Si, por el contrario, tratamos de admirar este increíble titán llamado el Llanquihue 860 km² de superficie, pero cambiamos la referencia de la ruta 225 hacia el punto de apreciación conocido como “ribera”, es decir la zona de tierra más cerca al lago, pues aquí todo es distinto. Y quizás este problema por disfrutar del cuerpo de agua de nuestra ciudad no es sino una antesala del futuro de la preocupación por este bien económico conocido como el “agua”. 

Cercos electrificados, letreros con prohibiciones, kilómetros llenos de propiedades, portones de proporciones considerables y también acceso vía pago.  Estas son algunas particularidades que identifican el acceso al “Llanquihue “. No son propiamente nuevas, son de público conocimiento y en mi opinión son también preocupantes por lo menos desconcertante. 

Tenemos accesos muy restringidos entre aproximadamente 40 kilómetros, solo hay dos ingresos libres sin ninguna atadura como lo son playa venado y el cada vez más pequeño ingreso a la ribera por Ensenada, cubierto por restaurantes y propiedades habitacionales, también se profundizan nuevas demarcaciones de propiedades que cada vez parecen extenderse más. 

¿Qué ha sucedido entonces con el resto de la rivera del lago Llanquihue? 

Durante ya varios años se ha extendido el dominio de las propiedades que se han vendido con privados accesos al lago, no es que este sea un problema sobre privados, sino que es natural que cualquier persona quisiera, teniendo los recursos, adquirir alguna propiedad cercana al lago. El problema viene entonces en cómo consolidar en que quienes quieran ingresar a disfrutar del lago puedan hacerlo. Aquí es donde entonces aparece ese ente intermedio que no ha sido lo suficientemente presente para poder solucionar esta problemática. Se puede explicar por qué en su parte quien debe solucionar este problema es un ente compuesto por personas comunes, hablamos del “Estado” a través de los órganos que posee como “Bienes Nacionales”. Si bien se encuentra dotado de herramientas útiles, su accionar parece ya tarde.

Es probable que los visitantes al lago Llanquihue deban seguir esperando para poder conocer lugares tan increíbles como por ejemplo Puerto Rosales y su mágica península, dado que quienes pueden admirar son justamente unos pocos en su ribera de ensueño. 

Pablo Sánchez.