• 23 de Septiembre

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El proceso político, técnico y social de construcción de una nueva Estrategia Regional de Desarrollo a contar de 2020 para la Región de Los Lagos, abre oportunidades, tareas y desafíos regionales que requieren de trabajo previo y diálogo social de región, pero también por provincias. Pensar la región conlleva pensar las 4 provincias y su diversidad, y de qué manera esa convergencia de miradas y análisis nos llevan a construir en base a nuestro capital humano una carta de navegación de aquí a 10 años, con coherencia, convocatoria y participación amplia.

Pensar la provincia de Osorno, o la de Llanquihue, Chiloé, o la de Palena, desde este proceso descentralizador, no sólo será optimizar impulsos y esfuerzos, sino también una oportunidad de ordenar participativamente nuestras prioridades y urgencias en lo productivo, lo social, lo ambiental, proyectando el desarrollo sustentable de nuestra región y sus 30 comunas.  

A su vez, generar planes estratégicos provinciales que se hagan en concordancia de la estrategia regional y en comunicación con las cartas de navegación comunales a partir de la convicción y fuerza que le impriman los mismos alcaldes o alcaldesas, -y a partir de allí, desde la reedición de capítulos provinciales incidentes- permitirá abordar de manera más inteligente y justa la inversión, y a la vez ir conformando una comunidad política local capaz de expresar preferencias y ejercer control sobre las decisiones que involucran a todos.

En esta lógica, temas coyunturales como la ausencia de impuestos regionales dentro del proyecto de reforma anunciado por el Gobierno, no debieran estar alejados de lo local.

Desde este año y en un proceso gradual hacia el 2021-2022, se promueve un modelo en el que el Gobierno Regional asume un rol protagónico; las autoridades de la institución –gobernador y consejeros regionales- son electas por la ciudadanía y se establece una nueva relación entre el Gore y los servicios públicos a partir de la transferencia de competencias.

La lógica cambia con la implementación de la Ley 21.074. Y no se trata sólo de un nuevo proceso administrativo y financiero conducido por el Estado; se planifica desde el territorio y ello requiere mayor proactividad de instituciones y organizaciones que logren empujar hacia un proceso de gobernanza que demanda presencia y participación de las comunidades.

Un seminario de junio organizado por el Centro para el Progreso de Osorno y con la participación de 2 universidades, apuntó precisamente al desafío de construir un Plan de Desarrollo Provincial. Sus alcances dependen de lo que puedan hacer cada una de sus 7 comunas y luego articuladas entre sí, bajo una coordinación colaborativa que debe asumir el Ejecutivo y el Consejo Regional. 

Pensar el territorio no sólo es un desafío de lo público, los gremios, la academia, los técnicos. También es un desafío para los partidos políticos, porque llama a reunir, debatir, analizar y poner en perspectiva las sensibilidades y visión de una militancia que a menudo se rebela contra el centralismo y las decisiones partidarias cupulares, pero que se dificulta en construir su propia carta de navegación local con sus áreas de influencia en el entorno cercano.

El desarrollo armónico de nuestros territorios requiere de un proyecto político con sustento, participación y nuevas lógicas de colaboración.