• 28 de Marzo

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Hace casi tres mil años la Odisea de Ulises nos advertía del peligro del “Canto de Sirenas”, esa melodía que cautivaba a los antiguos navegantes y los llevaba a su perdición. Trescientos años más tarde, el “Justo Medio” de Aristóteles sugería que la vida virtuosa se hallaba en el camino de la moderación, ese equilibrio entre el exceso y el defecto, entre la pasión y la acción razonada.

Hoy vivimos en Chile una disyuntiva fundamental en el Plebiscito de Salida y las recomendaciones de estos antiguos creadores de la Polis y de la Democracia parecen más vigentes que nunca.

La mayoría de los chilenos somos sensibles a la desigualdad y a la injusticia y en consecuencia damos testimonio de la legitimidad de los masivos reclamos que nos llevaron a la explosión social. Creemos que la convivencia pacífica en la diversidad se encuentra fuera de las trincheras y requiere de respeto, diálogo, información veraz y buena fe, pilares fundamentales de la democracia que defendemos. Por eso creímos en el Acuerdo Social que impulsó la Comisión Constitucional cuya misión era mejorar para todos las Reglas del Juego resumidas como están, en la Constitución Vigente. Se trataba de actualizar la Carta Fundamental de manera tal que reflejara mejor las problemáticas de la vida moderna, que reforzara la justicia con igualdad ante la ley sin excepciones, que balanceara mejor los poderes del Estado para evitar el atropello institucional, que abriera espacio a nuevos derechos sociales para facilitar la igualdad de oportunidades sin distingos, que ampliara los espacios públicos para impulsar el encuentro y la conciliación y, en fin, que contribuyera a contener el cortoplacismo, la corrupción y el abuso, esas lacras que penetran el tejido social, a la naturaleza y los destruyen.

Sin embargo, sufrimos con todo el país la triste degradación ocasionada por la Comisión Constitucional que engendró esta propuesta que se plebiscita, adonde primó el lado más oscuro de nuestras odiosidades, rencores, envidias, codicias, revanchismos y engaños. Sin ser abogados ni constitucionalistas, sabíamos que no obstante los costos, era imposible que desde ese lugar envilecido, surgiera un Proyecto Constitucional Conciliador que reforzara nuestra unidad patria y nuestra democracia, que dejara verdadero espacio a la justicia y que previniera los excesos desde el Estado o desde los Privados en beneficio de todos los chilenos.

Y la propuesta resultó efectivamente ser una repartija grotesca de poder entre grupos de interés minoritarios, algunos legítimos e incluso otros inventados. Un atentado contra la nación y contra la democracia, una falta de respeto a nuestra historia republicana y un camino vertiginoso a la tiranía. Con exigencias de 4/7 más Plebiscito o de 2/3, y adicionalmente con Veto Indígena, esta propuesta Constitucional de ser aprobada, en la práctica no se puede modificar.

Frente a este exceso indisimulable, nuestro apasionado gobierno se convirtió en un Gran Acuario de Sirenas, cuyo canto agudo e imprudente invade los rincones de nuestras regiones y comunas. Pero las voces del “Justo Medio” se están levantando desde las izquierdas y desde las derechas. Ese Centro Moderado que se re articula y que vuelve al diálogo, que RECHAZA porque quiere otra oportunidad para un Chile más solidario y unido, será el que tendrá la última palabra del Plebiscito y la primera en nuestro nuevo futuro.

Pablo Ortúzar A.