• 29 de Marzo

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La semana pasada el alcalde Tomás Gárate viaja a Santiago para reunirse con diversas autoridades. Además, publica una columna en el diario El Mostrador y conversa en una extensa entrevista en el canal TVN. En ambos medios nacionales relata el diagnóstico crítico que vive la comuna: El complejo proceso de migración nacional desde las grandes ciudades, la regulación deficiente, la contaminación generalizada, la exigencia de servicios ausentes. El alcalde destaca la importancia de asumir responsabilidades compartidas a nivel nacional ante un escenario que es crítico, enfatizando que en algunos lugares de la comuna el problema es tan elemental como que no hay agua.

El estallido social, la pandemia, las nuevas posibilidades del trabajo a distancia, ha generado un multitudinario viaje diverso y sin retorno, desde grandes ciudades como Santiago, hacia ciudades de 50 mil habitantes o menos, como Puerto Varas. Lo que atrae a quienes se vienen es precisamente lo que está en jaque. La tranquilidad y la simpleza, reafirmada en la belleza de la naturaleza y su paisaje identitario, ahora sometido al estrés permanente y no resuelto de un crecimiento que es más rápido que las regulaciones. El borde del colapso se refleja en las congestionadas calles, en la basura y su manejo, en la proliferación de proyectos inmobiliarios aprobados con exigencias insuficientes, en el aumento exorbitante del valor de los terrenos, en la contaminación del aire, entre muchos problemas más.

El esfuerzo municipal por llevar el tema del colapso de Puerto Varas a nivel nacional es justo. No se puede pretender delegar toda la organización de este enorme cambio social, inédito, histórico, a la tramitación del plan regulador comunal y su prolongado proceso. Tampoco a las ordenanzas municipales, o los estudios para evaluar poner o sacar semáforos, poner o sacar lomos de toro. Ni siquiera las ambiciosas conversaciones para conseguir una tercera salida a la carretera por la calle Ricardo Neumann o lograr la conectividad interna con Llanquihue. Estos esfuerzos no se desmerecen, son importantes, pero las soluciones requeridas ante la envergadura del desafío son más grandes. La necesidad convoca esfuerzos inéditos en la visión de la regulación, la fiscalización, la inversión, aplicando sinceramente una articulación participativa deliberante que trascienda las fronteras de la comuna y la región.

Como en toda adversidad compleja, suelen proliferar las controversias y la distribución de las culpas. Lo que se hizo critica a lo que se dejó de hacer, mientras, lo que pasó mira sin entender qué pasó. En medio de los estragos del conflicto por lo general la atención se divide entre quienes buscan a los culpables, vestidos con elegantes diagnósticos y cómodos prejuicios, y quienes se ponen en la vereda del intento de las soluciones, arropados con la disposición abnegada de enfrentar las luces y sombras de las diferencias, desde lo posible hasta lo épico.

El conflictivo crecimiento de Puerto Varas es y tiene que ser un tema nacional, sobre todo en la determinación participativa de las responsabilidades. La necesidad de regulación va junto a la imperiosa necesidad de inversión, innovación, creatividad y tecnología aplicada al servicio de la sustentabilidad. La jerarquización de acciones con sentido de urgencia es tan importante como la agilización del marco regulatorio, tanto en su realismo transitorio como definitivo, para que proteja a la comuna de su propia normativa.

El cuidado por la actitud horizontal en este proceso de profundo cambio social es fundamental. Lo peor que puede pasar es que se forje una frontera entre los que son de acá y los que vienen llegando, demonizando la vida en parcela o en departamento, atribuyendo su presencia como culpables individuales de multiplicar problemas y nostalgias. Esa rivalidad no colabora a la solución ni al mejor beneficio de las oportunidades. Para peor, construye odiosidad. Puerto Varas, la cuenca del lago Llanquihue y toda la región puede hacer de esta integración histórica un ejemplo fértil de respeto y conciencia, con sentimiento de siembra para un legado positivo, forjado en la defensa por el patrimonio natural y cultural que caracteriza la identidad del lugar.

Por: Pablo Hübner