• 20 de Junio

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A fines del año 2016 escuchamos hablar de la operación Aguas Profundas. Un operativo para aportar elementos a la investigación sobre presuntas irregularidades de la administración municipal de Álvaro Berger. La escena incluía más de 50 funcionarios de la PDI retirando 42 equipos computacionales de distintos departamentos municipales y además, de la propia casa del alcalde.

Era diciembre y el periodo de gobierno municipal 2016-2020 estaba por empezar. En esa elección se renovaron todos los concejales y además, marcaba el regreso de Ramón Bahamonde, luego de haber perdido el municipio frente al saliente Álvaro Berger.

La campaña electoral del candidato Bahamonde no tenía muchas promesas, tampoco un acabado programa de gobierno municipal. La consigna central era básicamente una: Vamos a ordenar la casa. Para los ojos de muchos, la casa efectivamente estaba desordenada.

Junto con superar el fracaso administrativo de Berger, estaba el serio afán de recuperar el camino, en el sentimiento de que se estaba perdiendo una gran oportunidad. Parecía como que estábamos entre dos futuros posibles. O la comuna seguía en un espiral de malas decisiones, o bien, aprendíamos de los errores y atajábamos los problemas de una vez y para siempre. Era el momento de salir adelante de las aberraciones de la última década: el crecimiento inmobiliario desmedido, ajustado al aún vigente y obsoleto plano regulador de 1990, la contaminación del lago, las temporadas de verano entre carpas plásticas, baños químicos en la plaza, alojamientos clandestinos en la abandonada estación de trenes, actividades faranduleras costosas, además de polémicos viajes inútiles.

La actual administración municipal, alcaldes y concejales, representaban la apuesta por enmendar el rumbo. Corregir, ordenar, modificar, actualizar. Para el caso del alcalde, todo hacía pensar que habría aprendido de los errores de su derrota y de que llegaba renovado. Más humilde y dispuesto a trabajar en equipo. El tiempo ha pasado, estamos casi en el cierre del actual mandato y los resultados por todos son conocidos. El trabajo participativo y en equipo terminó en que cinco de los seis concejales demandaron al alcalde por notable abandono de deberes.

Junto a esa demanda, que incluye ocho puntos específicos, cada cual con su propia historia, se suman otras situaciones, como lo que supimos la semana pasada. Uno de los abogados municipales es desvinculado por denunciar serias irregularidades en el pago del sueldo de algunos funcionarios. El hecho se suma a la denuncia de otro ex funcionario municipal, quien acusa que fue acosado laboralmente.

Anticipar sentencias, haciendo de estos procesos un juicio público, no procede. No obstante, la creciente lista de procesos en curso, habla. Tanto es así, que parte del porvenir de nuestra realidad municipal depende particularmente de las investigaciones y los fallos de la justicia. Y como dice el dicho, la justicia tarda, pero llega. Pero tarda. Hasta ahora, nuestro resultado, con todas las investigaciones en curso, es seguir esperando. Ni la justicia ni la política han logrado que podamos aprovechar esa gran oportunidad para Puerto Varas que parece perderse en el tiempo.

Por: Pablo Hübner