• 28 de Marzo

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Quizás por coincidencia, azar o plena voluntad, en los últimos años hemos logrado ser espectadores privilegiados de una seguidilla de hechos que nos muestran cómo aquel Puerto Varas de antaño, lleno de vigor, de energía renovada, de impulso y ganas de destacar dentro de las comunas de nuestro país como una administración ícono del fomento de la vida de barrio, de salud económica, laboral y social, de fuerza emprendedora, de nuevas visiones en educación, turismo, agricultura, ganadería, ordenamiento territorial, vial y visual, paisajismo, aseo, medio ambiente, tendencias, cuna de ideas para el desarrollo de tecnologías, ambiente óptimo para recibir y desarrollar la creatividad, terreno fértil para variadas disciplinas de la cultura y las artes y con una población ávida de motivarse con la práctica del deporte, finalmente se ha visto cubierta, enlentecida e inclusive trabada totalmente por cenizas, sedimentos y rocas provenientes de la erupción de un magma de políticas y hábitos añejos, tóxicos y dañinos traídos por personas con intereses mezquinos, que han socavado la expresión de la vida de nuestra comunidad, por un temor tóxico de perder el control, el poder y la gracia de ser quién obra cual titiritero los destinos de nuestra comuna.

Hemos visto como, de manera hasta irresponsable, quienes debían administrar recursos en beneficio de la comunidad han despilfarrado gran parte de ellos en absurdos y otros tantos se han deshecho en aguas turbias o torres de babel; Midas ha aparecido, de cuando en vez, para mostrarnos que no todo lo que toca se transforma en oro como él cree y pronto toda la riqueza y soberbia que construye lo hacen caer en el hambre más profunda.

Más de 15 años de políticas en beneficio propio o bien las políticas que buscan acomodar sectores o partidos, devolver favores políticos y así financiar la política del pleistoceno y no promover el desarrollo de una comunidad con personas con gran sentido de servicio, nos ha llevado a que como comunidad debamos plantearnos limpiar este polvo, con sumo cuidado, rescatar el valor entre las rocas y el sedimento para dejar que la energía se vuelva a liberar.

Ahora, nuestra tarea es volver a creer y seguir pujando por que la oxigenación que proponemos se transforme en convicción para cambiar nuestro rol de espectadores privilegiados a protagonistas y actores de un reparto que debemos construir con visión generosa, con sueños colectivos, con alta participación ciudadana y con un tremendo espíritu de justicia social, para que todo lo que en ese Puerto Varas de antaño proyectamos, la evolución política permita lo hagamos realidad.

 

Pablo Irribarra Hausdorf
Evópoli