• 20 de Abril

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En momentos en que la pasión preliminar a las elecciones presidenciales convierte los debates en dialogo de sordos y de descalificaciones, paradojalmente puede ser especialmente necesario que nuestra administración comunal levante su voz y haga pública sus convicciones si quiere ser coherente con su promesa de sustentabilidad y trasparencia.

Y no me refiero aquí a sus legítimas preferencias políticas ideológicas (bastante evidentes a estas alturas), sino a aquellas banderas concretas que son fundamentales para orientar las políticas y acciones regionales y comunales hacia el desarrollo sustentable e inclusivo que prometen.

Ente ellas quisiera invitarlos hoy  a tomar posición pública y con claridad respecto a tres componentes del desarrollo urbano que requieren un voz clara y con urgencia, porque silenciosamente y a espaldas de la ciudadanía avanzan proyectos irreversibles, impulsados por intereses ajenos al ciudadano. Entre ellos, la interconexión Llanquihue-Puerto Varas por un trazado costero, el plan Intercomunal y Metropolitano con énfasis en la conurbación y en las carreteras urbanas y la densificación desbocada de las ciudades de la comuna y de la cuenca, con las capacidades sanitarias y viales colapsadas y la mega concentración cruda de deshechos domiciliarios provinciales a 5 km del centro de Puerto Varas aún sin “transformación”.

Me refiero a los siguientes:

Protección del Borde costero y trasporte colectivo urbano

Protección de la identidad y vocación descentralizadas de las ciudades de la Cuenca del Lago Llanquihue

Protección del patrimonio ambiental, social y funcional de la ciudad y de la Comuna

El trazado costero  Llanquihue-Puerto Varas escogido “a dedo” por el MOP de entre 6 opciones con al menos 3 más rentables, ha sido influenciado por conocidos intereses inmobiliarios y políticos. Apurados, hoy se encuentra en “Estudio de Factibilidad”. Este proceso  irregular que importa la condena social, ambiental y funcional del borde costero urbano de Puerto Varas y eventualmente la peatonalidad de su centro cívico, requiere una revisión  por parte de la Contraloría General y sólo falta la voluntad de nuestra alcaldía para solicitarla.

Apurado y silencioso avanza el Plan Metropolitano Intercomunal, que reafirma la depredación ambiental, funcional y patrimonial del desarrollo territorial inorgánico y centralizado que resulta de seguir el ritmo de la especulación inmobiliaria, de la invasión del automóvil y de la codicia por la concentración del poder, de políticos regionales inescrupulosos. En oposición al ordenamiento territorial en red y de los trenes sub urbanos, respetuoso de las dimensiones, identidades y vocaciones de las ciudades, bastaría una solicitud pública de nuestro municipio para que este proceso se abriera al conocimiento y la discusión ciudadana.

Finalmente y en contraste brutal con la proclamada bandera ambiental y social, continúa el explosivo crecimiento de la edificación densa, sin mitigaciones ni fiscalización de la ciudad de Puerto Varas. Este proceso destructivo  puede ser en un plazo de meses controlado con los instrumentos disponibles al alcalde y su Concejo, mediante enmiendas, seccionales y negociaciones directas. Escudarse tras la “espera” de “salvar” un Plan Regulador Comunal rebotado en la Contraloría, ya dejó de ser excusa para la inacción mostrada hasta ahora frente a la depredación de la calidad de vida  que ocasiona la densificación en un contexto de colapso ambiental y de la trama estructurante de la ciudad. Nuevamente aquí sólo se requiere la voluntad política y convicción para poner en marcha una estrategia efectiva y obtener prontos resultados.

Pablo Ortúzar A.