• 28 de Marzo

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En diciembre pasado decidí poner término a mi postulación a Alcalde de Puerto Varas y dejar la militancia en la Democracia Cristiana después de 45 años, de intensa trayectoria en la que me tocó enfrentar momentos muy difíciles en lo personal y familiar, y en los cuales, al igual que hoy, los valores y principios del humanismo cristiano eran fundamentales para encontrar caminos de acuerdo para lograr un mejor país, bueno para todas y todos. Entendí que no era honesto ni consecuente representar a la colectividad que ya no me representaba, abocándome desde la independencia a la generación de acuerdos indispensables entre las fuerzas democráticas y dialogantes que entienden lo que demuestra la historia y la propia experiencia y liderazgo DC, que sin grandes acuerdos no se sale de momentos de conflictos. Cuando hay vencedores y vencidos en un país polarizado, el terreno es fértil para las dictaduras del color que sean, y apropiado para los abusos de los “vencedores”. No quiero que Chile deba debatirse una vez más, entre buenos y malos, entre patriotas y anti - patriotas, entre los que están con el pueblo o contra el pueblo, porque eso sólo nos conduce a una crisis aún mayor, cuyos costos pagan especialmente las personas más vulnerables. La historia nos demuestra que los países más exitosos en libertad, justicia social y desarrollo económico, han sido y son aquellos que han alcanzado grandes acuerdos y en los cuales la discrepancia legítima no vulnera los elementos básicos de una convivencia que respeta las normas que ella misma se ha dado y donde la violencia, el abuso y la corrupción, no imperan sobre el derecho.

Dicho eso, permanecen en mí, los mismos principios que han inspirado mi vida personal y pública, y que he sostenido, pese a denostaciones y amenazas solapadas, porque nunca se atreven a un debate público y de cara a la ciudadanía, de los intolerantes que viven de la exacerbación irresponsable del odio y el abuso. No me quieren los extremistas, de lado y lado, y eso, lejos de amendrentarme, solo me refuerza en mi afán de superarlos, porque sé que los tiempos y el futuro no están para ello. Los grandes desafíos exigen unidad. El cambio climático y sus consecuencias, las pandemias, las grandes migraciones, la desigualdad acrecentada por ello, los vertiginosos avances científicos y tecnológicos, con sus virtudes y desafíos, el aumento de la expectativa de vida, la tolerancia frente a la diversidad humana, no se superan con consignas ni voluntarismo.

Desde esa convicción macro, construí un programa para Puerto Varas, basado en la solidaridad, la seguridad -entendida en un sentido amplio- y la sustentabilidad. Los cambios parten hoy por las comunas y se convierten en ejemplos que pueden irradiar y contagiar a países y regiones enteras. Me acompañó un grupo de gente que cree que otro Puerto Varas es posible, frenando la degradación patrimonial que es la base de su desarrollo económico y de una mejor calidad de vida respetuosa de las comunidades y del medio ambiente. En esa propuesta, consideré la medición de la felicidad de sus habitantes, porque al final, ¿que otro fin puede tener una propuesta si no es servir a la comunidad para que cada persona logre acercar su realidad a los objetivos de vida que se ha propuesto en su territorio de residencia?.

Estos elementos de “3S” captaron el interés de Renato Aichele, candidato independiente y con pasado de militancia distinto al mío, proponiéndome integrarlos a su programa y pidiéndome apoyo para su postulación. Tomando en cuenta que mi interés es hacerlos vida para la comuna que me ha acogido por 20 años y que se puede conformar un equipo que los lleve adelante con transparencia, trasversalidad y capacidad, accedí a la invitación, porque los acuerdos y la trasversalidad no se construyen desde los discursos sino desde nuestros actos, sin complejos.

La comuna necesita visión de futuro, generosidad y una gestión que centre en lo inmediato su mayor preocupación en los que más necesitan y con la urgencia que merecen. Salud, trabajo y educación serán esenciales, integrando tecnologías y apoyos diversos que permitan a adultos mayores, mujeres, jóvenes y niños en educación pre - escolar retomar una vida tan normal, como digna. Ellos no pueden esperar, sin perjuicio de lo cual, con inteligencia, se avance en los programas y proyectos de más largo plazo, pero que no se pueden anteponer a lo urgente. En nuestra comuna son miles de personas las que están en situación de pobres, especialmente amplificada por la pandemia y los programas municipales deberán atenderlos sin tardanza, apelando también a la solidaridad de quienes gozan de mejor situación. Construiremos un mejor país y una mejor comuna, cuando seamos capaces de abrir nuestras mentes, nuestros corazones y movilizar a la inmensa mayoría de quienes no queremos más polarización y odio, sino una mejor sociedad que se haga cargo de las grandes tareas que parten por casa, o sea, nuestra comuna.

Adolfo Alvial Muñoz