• 18 de Abril

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En una época en que todo puede ser dicho públicamente con la inmediatez y la audiencia que nos brindan las redes sociales y los medios digitales, vemos crecer una espiral agresiva y procaz en que se traspasan los límites del puro respeto humano. Estamos enojados como sociedad, disconformes, y nuestros mensajes lo reflejan en todos los medios disponibles.

Me atrevo a viralizar hoy una nueva experiencia. De las otras. De las que hacen bien al alma. De regalo, pude asistir a Teatro del Lago a la presentación de Yo-Yo Ma, maestro del violonchelo, reconocido mundialmente a sus 65 años, con una basta carrera, muchos premios a su haber y que ha expresado su arte en grandes e importantes escenarios de todo el mundo.  Cuando te enfrentas con alguien así, asumes que por defecto se trata de un divo, extravagante y excéntrico, al que pocos mortales pueden tener acceso. Si has seguido su carrera, te sorprende sin embargo la sencillez con la que se desenvuelve, los íconos populares con los que ha compartido proyectos musicales y su preocupación por la cultura, más allá de la música.

Entra al escenario con una gran sonrisa, vuela el instrumento a su costado, se sienta y toca. Su Proyecto Bach, lo lleva a presentar casi sin interrupciones, las seis Suites para Violonchelo Solo de J.S. Bach en más de dos horas de interpretación.  Cuando siempre estamos esperando ver desbordar la pasión del intérprete, Yo-Yo Ma nos sorprende con su virtuosismo, pero íntimo y sutil, sin duda fruto de una larga exploración y búsqueda del espíritu del compositor y de la propia sensibilidad del artista. Las piezas de J. S. Bach, prolífico compositor y padre (tuvo veinte hijos),  escritas hace casi 300 años, ceden y se abren en el instrumento magníficamente interpretado por este genio chino-americano. Y con humildad y buena onda, con una voz suave y sin aspavientos, hace un descanso en medio de la labor para transmitirnos un mensaje, que traduzco pobremente desde lo que fue dicho con una sencillez conmovedora:

“Este escenario pertenece a América. Sus enormes cielos y su poderosa tierra deben inspirar a la unidad y la comunicación entre todos. Las Suites de Bach representan eso, porque así como Bach fue de lo posible, con un instrumento que sólo podía ofrecer dos notas en simultáneo, a lo imposible, en la riqueza sonora de sus Suites, éstas son una inspiración para lograr esa unidad y esa comunicación entre todos. Hagamos posible lo imposible.”

Me quedo con este mensaje, puedes compartirlo en tus redes.

Me despido, felicitando a los padres y maestros de los numerosos niños que asistieron a este evento. Respetuosos, comprometidos con el artista, se mantuvieron en magnífico silencio y atención durante las dos horas del concierto. Aplaudo a esos niños que, en contacto con el arte, lo disfrutan y aprenden el respeto y mucho más. Ojalá el arte no fuera un privilegio de pocos. Esta también es una tarea en que debería hacerse posible lo imposible.

 

Sandra Maldonado Heinz