• 19 de Abril

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La situación de los carros de supermercado repartidos por la comuna de Puerto Varas es absurda. Es el tipo de cosa que no debería pasar y pasa a cada rato. Ni la señalética de los supermercados ni las multas han logrado superar el problema.

Los carros abandonados están en todas partes, entre las esquinas, las quebradas, las zanjas y los eternos pastos largos. Los carros acompañan a la basura característica de la arqueología prematura del lugar, neumáticos, bidones, botellas, cajas y latas de cervezas. El otro día había un carro de supermercado cerca del muelle, en pleno centro. Estaba vacío bajo el sol de primavera. El carro parecía un turista más, integrante de la foto, con su brillante metal y el manillar color celeste del Líder. La gente pasaba, lo esquivaba, la vida seguía, como si la ubicación del carro fuera una declaración en el paisaje.

El desafío de consolidar una comuna turística necesita orden. Los carros abandonados ruedan en otra dirección. Cuando no están tirados en cualquier parte, son usados por el comercio ambulante irregular, una actividad en expansión. Cada vez hay más vendedores, ocupan más espacios y tienen más productos a disposición. Cuesta caminar entre la exposición y el tumulto de curiosos que cotiza. La idea de una comuna caminable se pierde entre ofertas aparentes, sobre manteles oscuros, en mesas plegables.

La necesidad de crear espacios adecuados y regularizar el comercio ambulante es reconocida y declarada, hay medidas anunciadas, ordenanzas aprobadas, pero en los hechos, tal que como con los carros de supermercado, la situación no cambia mucho. La conducta se generaliza hasta que se hace costumbre y se forja la normativa en el ejercicio de la práctica. Las cosas como son triunfan por sobre las cosas como deberían ser.

Esta escena de veredas parcialmente tomadas por el comercio ambulante, pastos largos eternos y carros de supermercados abandonados, es parte de la cotidianidad local. Para una comuna con vocación turística este es un problema mayor. El turismo necesita limpieza y ordenamiento para acoger a los residentes y recibir a los visitantes. La experiencia que tengan esos visitantes es la mejor promoción turística para que la actividad crezca y se desenvuelva.

Este año la reactivación del turismo nacional post pandemia pondrá al límite la capacidad de Puerto Varas. ¿Está preparada la comuna para el verano? ¿Cuándo fue la última vez que se midió la calidad del agua de la playa del centro? ¿Hay alguna medida para la ruta 225 y su famoso colapso en las tardes de días de sol? ¿Se puede garantizar que durante el verano en los peajes de la carretera haya más de una persona atendiendo? ¿Habrá fuegos artificiales para este año nuevo? ¿Habrá un camión hechizo ofreciendo traslado gratis mientras promociona una vienesa? ¿Habrá un conjunto de baños públicos químicos en la playa de Puerto Chico? ¿Habrá bicicletas gratis? ¿Playa Venado funcionará en medio de las obras de mejoramiento costero? ¿Habrá acceso público adecuado para ir al río Maullín? ¿Seguirán los carros de supermercados tirados a su suerte? ¿Seguirán las veredas del centro parcialmente tomadas?

Los planes de verano, las normativas y las multas, son tan importantes como las preguntas que explican el por qué hay personas que abandonan carros, propietarios de carros que no se hacen cargo, personas que hacen mal uso del espacio público, entre tantas situaciones que corresponden al mundo de las cosas como son, y no, al mundo de las cosas como deberían ser. Es como un péndulo que transita entre la necesidad, la oportunidad y el oportunismo. El movimiento acusa responsabilidades compartidas, individuales y sistémicas, mientras las grietas y fisuras de la realidad se explican y se amplían en el paso de los años y las décadas, entre la postergación y el olvido.   

La regulación y fiscalización busca proteger a la comuna en el mejor afán de su identidad, imagen y porvenir. Si los planes de verano y medidas de ordenamiento no logran cumplir con el espíritu que los motivan, hay un problema. Eso de que las palabras construyen realidad es decir demasiado. Los hechos son los que construyen realidad.

Por: Pablo Hübner