Por Dr. Eliseo Lara Órdenes
Director Pedagogía en Educación Media
Académico Doctorado Educación y Sociedad
Universidad Andrés Bello
En América Latina la desigualdad sigue siendo una barrera principal para el desarrollo, donde las condiciones de los sistemas educativos exigen una mayor y mejor celeridad. Sin embargo, la crisis que tenemos en la Región de Atacama, en nuestro país, cobra una envergadura de tintes tercermundistas. Lo que agrava esta situación es que son los niños, niñas y adolescentes más desfavorecidos quienes una vez más se llevan el peso de un conflicto que no debería existir bajo ningún gobierno, el de la malversación de caudales públicos de la educación.
El paro docente que tiene sin clases hace dos meses a niños, niñas y adolescentes de la región norte de Chile, es sin duda una muestra de lo mal que se viene abordando las necesidades del sistema educativo, y por qué no decirlo, de la poca claridad de los procesos de traspaso y reconversión que ha significado la desmunicipalización de la educación.
Estos aspectos que no son nuevos hoy han rebalsado la tolerancia de las condiciones infra laborales que se tienen, pues para desarrollar una educación de calidad y con justicia social se necesitan mejores colegios, no sólo como han hecho creer durante años, mejores docentes. Hemos dicho en innumerables ocasiones la pobreza de los establecimientos de estudiantes que necesitan de un espacio seguro y acogedor, hemos dicho de la nula mantención y mejora de los espacios, pero nada parece hacerse al respecto desde el Ministerio de Educación, cuya gestión los últimos años se presenta al debe.
Hoy tenemos más de 30 mil estudiantes sin poder ejercer un derecho humano básico, cómo es el derecho a la Educación, y pareciera que poco le importa a los gobiernos de turno esta situación. Se ha hablado de organizar Juegos Olímpicos, pero no tenemos ni siquiera colegios con lo mínimo para practicar un deporte tan básico como el fútbol o el voleibol, y queremos hacer estadios para albergar citas mundiales. Para pensar en grande, se debe partir por las bases de la grandeza, y en todos los países esa base se llama educación.