• 28 de Marzo

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Por Pablo Ortúzar A

Estoy convencido que finalmente la mayoría de los chilenos comenzamos a ver la luz al final del túnel y a comprender el entretejido de intereses y oportunismos que mezclados hacían imposible distinguir a quienes protestaron legítimamente por un Chile mejor y quienes abusaron de la oportunidad que ofrecía la inestabilidad social provocada por ellos para imponer desde la violencia en las calles un ideario tirano y obsoleto, que resguardara privilegios ilegítimos y transversales a la sensibilidad política del país.

Creo que la protesta multitudinaria y genuina exige un Chile menos abusivo, menos corrupto y más inclusivo y lo hace denunciando la Industria del Engaño que especialmente desde la Crisis Sub Prime (2008) se raptó nuestro Estado y sus tres poderes, lo alejó de su necesaria vocación de servicio permitiendo que se convirtiera en una caja repartidora de privilegios para huestes crecientes de favorecidos, inventando vacantes innecesarias para acoger en condiciones laborales injustamente infladas una masa frustrada de oportunistas. Así provocamos el gigantismo parasitario de un Estado Inepto y propenso a la corrupción, forzando a nuestros ciudadanos al despojo, la deuda y al abandono.

Ahí a mi juicio las justificadas causas para la perdida de legitimidad de instituciones como El Parlamento, Los Municipios, Los Partidos Políticos, El Ministerio Público, los Profesores y las Fuerzas Armadas y de Orden. Ahí también por qué más impuestos e Instituciones para este mismo Estado es un camino falso.

Pero también esa protesta surgida del agobio y la injusticia objetó el predominio avasallador de la Industria Privada del Despojo, que se ve impulsada por la escases global de rentabilidad limpia desde que la Economía Especulativa aflora con la misma Crisis Sub Prime. Es la empresa que vive del engaño, a sus trabajadores, a sus proveedores, a sus clientes, al Estado y a sus colegas. Aquella que se escuda en múltiples RUT, en diferentes nombres para diferentes Proyectos, en Call Centers e innumerables certificaciones de papel y en agrupaciones gremiales propensas a la influencia indebida, a la corrupción de las autoridades legislativas y fiscalizadoras. Allí la creación de sus ventajas comparativas es en base a la información privilegiada, a moverse en los umbrales opacos de la Norma, al secretismo, la colusión y al monopolio para “hacer la pasada”. En aquellas empresas el Directorio fija las metas, pero no cautela el cómo conseguirlas. Allí el trabajo es despojado de su dignidad y prima la construcción de imagen por sobre la búsqueda de perfección del servicio y del producto. Se desenvuelven en el mundo del “parecer ser” tan propio de la invasión financiera especulativa que - como la lepra - va despojando a la Empresa y a quienes laboran en ella de su misión transformadora y creativa, de su legítima razón de ser.

Ahí a mi juicio las justificadas causas para la perdida de legitimidad de Las Empresas y los Empresarios en nuestro país, convertidos en Depredadores disfrazados bajo la formalidad de una norma hecha para ellos y reclamando “certeza jurídica”, aún cuando su actuar altere la institución del trabajo digno y se sostenga sobre el engaño y la destrucción de los delicados equilibrios comunitarios y ecológicos de nuestro planeta. Tanto así, como para inducir a la metamorfosis de “Emprendimientos” y “Emprendedores”. Ahí también el error de impulsar un desarrollismo ciego, basado en facilitar el “crecimiento” de este tipo de empresas, cuya gestión es en realidad profundamente destructiva, aunque la estadística hoy las incluya equivocadamente como parte del Producto Nacional y Global.

Creo que todos, sin excepciones hemos sido parte, por omisión o acción, de esta atrofia de nuestro Estado y desnaturalización de nuestras Empresas y que la gran mayoría de nosotros estamos dispuestos a iniciar cuanto antes un reencuentro y una reconstrucción reparatoria.

En consecuencia es hora de denunciar el chantaje desde la calle de agrupaciones como La Mesa de Unión Social que desde su privilegiada plataforma laboral favorece la violencia sin importarles el daño que sus sucesivos llamados a paralizar el país están ocasionando a nuestros niños, a nuestra democracia y al empleo de nuestros trabajadores independientes y pymes, los más vulnerables y la gran mayoría de trabajadores del país.

También el rapto de la Planificación Urbana e Interurbana en nuestra región y en el país por parte de la Cámara Chilena de la Construcción, cómplice de la destrucción de la calidad de vida urbana de Puerto Montt y Puerto Varas, que camuflada bajo la “Fundación Ciudades” pretende aparecer como un legítimo asesor de los Ministerios del ramo. Y finalmente la pretendida campaña de reelección de nuestro alcalde desaparecido, cuya destitución por abandono de deberes y falta a la probidad es solicitada por cinco de sus seis concejales y es además objeto de demanda por parte de su propio municipio por malversación de fondos públicos.

Creo que es hora que los ciudadanos destinemos algo de tiempo y de recursos para asegurarnos que Autoridades, Instituciones y Empresas acusen recibo del cambio que viene para quedarse y que lo hagamos con genuina vocación de servicio para recuperar la alegría y el sentido de vivir en comunidad.