En la jornada de ayer en Puerto Montt como también en otras ciudades del país se hizo manifiesto el descontento social por las medidas tomadas por el gobierno de turno. Nunca había participado de una marcha con lacrimógenas y guanacos pero algo en mi interior me decía que estaba en el lugar correcto, apoyando a la gente correcta y corriendo de la mano con ellos.
Yo no era para nada de ir a marchas y cosas así, de hecho, participaba en un movimiento de extrema derecha y fue ahí donde me di cuenta que estaba en el lugar incorrecto, era gente mucho mayor que yo y que tenía una visión del mundo desde mi perspectiva errada, ellos sabían lo que pensaba al respecto y por eso también me excluyeron, por cosas como que yo no estoy de acuerdo con el aborto pero no quiero que las mujeres mueran abortando y creo que todos deberíamos tener los mismos derechos, ya basta de privilegios. Y bueno, por pensar así ya no estoy allí.
Somos una generación diferente, no nos queremos quedar de brazos cruzados frente a nada ni nadie, no somos de izquierda o de derecha, somos una masa homogénea a la cual no le importa la raza, la orientación sexual, la clase social o gustos musicales, hacemos memes de todo y pensamos en todos. Creemos fervientemente que un mundo mejor es posible pero para eso hay que estar unidos, abrazamos nuestras diferencias y tomados de las manos vamos a desafiar a las autoridades que toman medidas que oprimen a nuestros abuelos, padres, hermanos y amigos. Somos una generación que ama demasiado, no tenemos vergüenza a amar libremente y es eso lo que nos quita el miedo. Nuestra rebeldía no es hormonal, es el amor por nuestros seres queridos lo que nos quita el miedo, lo que nos hace poner los pies en la calle y hace que el efecto de las lacrimógenas sea más llevadero. Uff uff que calor, no dejen que los años los cambien chicos, por favor.
Débora Valentina J. Quezada.
Estudiante de 2do año de Derecho. UST Puerto Montt.