• 28 de Marzo

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Todos solidarizamos con las familias de Osorno que sufrieron la interrupción del suministro de agua potable durante diez días por un hecho aparentemente fortuito y entendemos que deben aplicarse las sanciones que la ley contempla a la empresa responsable.

Pero cuando este evento se transforma en fiesta sacrificial de moros y cristianos, una competencia entre jaurías vociferantes de verdugos entre los que con descarado protagonismo se encuentran parlamentarios variopintos y gremios cuyas reputaciones - así como la de ESSAL - están lejos de ser blancas y transparentes, creo que es el momento de preguntarnos que nos pasa a los chilenos.

Porque con notables excepciones, entre las que están nuestro Intendente y el actual ministro de Obras Públicas, así como la inmediata solidaridad de algunas comunas que aportaron a la solución, las energías no estuvieron ahí. Y porque pocos reconocen el logro extraordinario de esta empresa de restituir el suministro en diez días, algo que dado la naturaleza y extensión del daño, parecía técnicamente imposible.

Pero más preocupante aún es a mi juicio, que en esta danza del castigo divino participen el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), algunas reparticiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y muy especialmente la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), proyectando en sus condenas la ilusión de esconder la ineptitud crónica que ha invadido sus acciones y sus omisiones por décadas en el sur de Chile para materializar el mandato constitucional de dar garantías a los ciudadanos de un medioambiente libre de contaminación.

Porque en una evolución notable de ESSAL durante los últimos tres años en su acercamiento a la ciudadanía y en contraste con los responsables públicos, esta empresa de mala reputación, supo reconocer el colapso sanitario de las ciudades lacustres y actuar en consecuencia. Dicho colapso es multifactorial, porque junto a la precariedad de las redes resulta protagónica la sobrecarga inmobiliaria desmedida y el deterioro o inexistencia de las redes de aguas lluvias cuyos responsables son el Departamento de Obras Hidráulicas del MOP y el MINVU.

Así es como ESSAL puso en marcha a fines del año pasado un Plan de Fortalecimiento de las redes de aguas en las ciudades más afectadas, buscando duplicar la capacidad de portación, elevación y tratamiento de aguas servidas y - según sus atribuciones legales- suspendiendo la Factibilidad Sanitaria a proyectos inmobiliarios fuera del radio operacional de la empresa y condicionándolos a aquellos de envergadura dentro del radio operacional, hasta la materialización de esos Planes el año 2021.

De esta manera y más allá del show mediático de multas y demandas, desde Octubre del 2018 ESSAL se convirtió en el dique de contención más efectivo contra la profundización del colapso sanitario y daño ambiental de las ciudades del sur, ocasionado principalmente por el crecimiento inorgánico y desproporcionado del despojo inmobiliario de los últimos cinco años.

Y para sorpresa de quienes hemos estado cerca, participando en las Mesas Sanitarias de las últimas décadas, lejos de acoger y facilitar la acción responsable que emana de esta nueva actitud de ESSAL, tanto la SISS como el MINVU se convierten en sus más despiadados detractores, amparados por un MMA que frente a un reciente Recurso de Protección presentado por ciudadanos de Puerto Varas para que decrete el territorio como Zona Saturada, persiste en justificar su inacción como la avestruz con su cabeza adentro del arena.

 

Pablo Ortúzar A.