• 15 de Marzo

Sugeridos:

[OPINIÓN] La ludopatía: problemas, riesgos y consecuencias

Dr. Franco Lotito Catino

Conferencista, escritor e investigador (PUC)


El juego compulsivo, conocido también como “trastorno del juego”, corresponde al “impulso incontrolable de continuar apostando sin importar los problemas y consecuencias que eso tenga en la vida de las personas”. En rigor, el juego compulsivo es un trastorno grave que puede destruir la vida de muchas personas.

De acuerdo con diversos estudios científicos, la ludopatía se caracteriza por una serie de síntomas que afectan seriamente a quienes no pueden resistirse a la tentación de jugar y hacer apuestas, entre los cuales se destacan: (a) estar obsesionado por apostar y por obtener más dinero para seguir apostando, (b) necesidad de apostar cantidades cada vez mayores de dinero para sentir la misma emoción, (c) hacer intentos por controlar, corregir o abandonar las apuestas y no poder hacerlo, (d) sentirse irritable e intranquilo cuando se intenta dejar las apuestas, (e) mentir a su familia para ocultar la gravedad de la manera en que juega compulsivamente, (f) intentar recuperar el dinero perdido apostando más.

A raíz, precisamente, de la presencia de un comportamiento repetitivo, progresivo y descontrolado por apostar, el sujeto entra en una suerte de círculo vicioso del cual no logra escapar, ya que, con el fin de recuperar las pérdidas que ha tenido previamente en el juego, la persona comienza a apostar, incluso, mayores cantidades de dinero.

La adicción al juego despierta en los ludópatas los mismos centros cerebrales que  aquellos centros que se excitan con el consumo de alcohol y drogas. La compulsión que experimentan estas personas es de tal magnitud, que no les importa para nada su familia, mienten acerca de la cantidad de dinero perdido en el juego, pudiendo pasar días enteros al interior de un casino o centro de apuestas pensando sólo en jugar o cómo obtener más dinero para continuar apostando. A tal punto llega su ansiedad, que el sólo hecho de pensar que tienen que dejar de jugar por falta de dinero, los pone muy inquietos, ansiosos e irritables, hasta el grado de evaluar la posibilidad de cometer delitos: robar dinero de la familia, hurtar y malversar dineros de la empresa donde trabaja, mentir y manipular a las personas a las que el sujeto pide dinero prestado, etc.

En casos extremos, estas personas entran en un estado tal de trastorno, ira y frustración que son capaces de asesinar a quienes tienen la mala suerte de cruzarse en su camino, tal como sucedió con un asiduo visitante de salas de juego, quien, luego de perder una considerable suma de dinero, no encontró nada mejor que descargar su rabia y frustración disparando al interior de un casino dejando un saldo de dos muertos y cuatro heridos, así como el posterior suicidio del autor de esta tragedia humana.

Estos sujetos tienen serias dificultades para resistir el impulso a jugar, y es aquí donde aparecen las tragedias que pueden afectar a terceros –la familia, el trabajo, empleados del  casino, etc.– ya que se produce una falta total de tolerancia a la frustración luego de perder altas sumas de dinero, lo que conduce al ludópata a proyectar en otras personas su propia irresponsabilidad y su incapacidad de controlar sus impulsos, estando la tragedia a la vuelta de la esquina.