Caí en cuenta que respecto de lo etario, podría yo llegar pronto a cumplir tres cuartos de siglo andando por estos lados.
Y una de las cosas buenas de esta edad es que al mirar mi historia veo que tengo bastantes…y era que no. Son años.
Ese haber visto y vivido entonces y poder seguir viendo y viviendo hasta ahora, nos-me presenta también la posibilidad de elegir qué tiempos según mi preferencia fueron más ordenados, más tranquilos y más libres de agobios.
Me tocó vivir situaciones en blanco y negro que ahora están en colores en la sección historia del planeta internet.
En su momento, me entere por la prensa de la existencia de un movimiento hippie, escuché en vinilo la música de Woodstock y silbaba despreocupado las primeras de Serrat, vi en el cine la película El submarino amarillo y El graduado, supe de Vietnam y también de un muro alemán que se hizo en una noche y dividió un país…
Estuve donde se cruzan las calles Haight & Ashbury, "sede oficial" del hippismo, en San Francisco el año 1967, donde además de ver muchas flores pintadas sobre piel, percibí por primera vez el aroma que se produce cuando se queman hojas de cáñamo.
Sí, el mismo cáñamo que se ha usado desde siempre para fabricar desde medicamentos naturales a todo tipo de ropa, hilados varios, pasando por velas gigantes para embarcaciones, alpargatas, papel y otros muchos variados usos y aplicaciones.
Como casi todas las cosas de la vida, el cáñamo también tuvo su momento de fulgor y gloria pero comenzó a ser prohibido y perseguido porque los músicos de jazz estaban tocando demasiado bien y ya estaban entrando al mercado los primeros productos de la nueva industria del plástico y la planta de cáñamo, ya usada industrialmente, era una real y potente amenaza comercial para la panacea plástica.
Debe ser por el contraste con la turbulenta y actual situación mundial de la que nuestro querido Chile también es participante, es que me he estado acordando del movimiento hippie de los años 60 del siglo pasado, considerado un puntito luminoso por algunos en algún momento…he recordado la historia y los personajes de esa década y posteriores.
Busqué la palabra hippie en la página de la RAE y básicamente tiene dos acepciones.
Un sombrero Jipijapa o jipi de Ecuador, hecho de tira fina, flexible y muy tenaz que se saca de las hojas del bombonaje y se emplea para hacer sombreros y diversos objetos; y la otra definición dice:
Jipi (del ingl. hippie o hippy) Adj. Dicho de un movimiento de carácter contracultural y juvenil, surgido en USA en la década de 1960 y caracterizado por su pacifismo y su actitud inconformista hacia las estructuras sociales vigentes.
Caracterizado por su pacifismo, dice la definición. También habla de inconformismo.
Inconformistas pero también pacifistas los hippies. Combinación razonable y realizable.
Y así era, lo recuerdo perfectamente, pregonaban la paz y el amor, trabajaban normalmente, hacían y compartían la música y el arte más vanguardista, se conversaba con entusiasmo de una sociedad mejor y mas equilibrada...John Lennon con su guitarra le cantaba a Yoko Ono all you need is love en una cama del Hotel Hilton en Amsterdam, la Nueva Ola chilena sonaba fuerte en las radios, las manifestantes anti-guerra de Vietnam ponían flores en el cañón de las escopetas antidisturbios y seguramente todos ellos estaban también enfocados en hacer un mundo mejor.
Faites l'amour, pas la guerre; make love, not war; peace and love…
Paz y amor. Dos conceptos ampliamente usados por los hippies que nos falta practicar más en nuestros tiempos actuales.
Por otro lado, me gusta saber que todos nacemos con un hippy adentro el que se nos comienza a alejar en la misma medida que nos entregamos a la implacabilidad y a las tentaciones y obligaciones de la vida diaria que suele ser muy voraz.
Dónde está ese jipi interno que nos hizo disfrutar tan bien de la niñez cuando éramos niños? El que nos acompañó en nuestra juventud juvenil?
Atravesamos por tiempos oscuros, eso está claro.
Para los tiempos que corren, prender nuestra luz interna podrá ser un aporte para mejorar en algo las situaciones que nos rodean.
Ya sea a través de la oración, meditación, silencios internos, yoga, ejercicio físico, cocinar alegremente para otros, apreciar la naturaleza, abstraerse de estímulos molestos, trabajar en algo que nos entusiasme y agrade, pintar un cuadro, ejercicios de respiración, practicar la autodisciplina o el medio que se elija, servirá si el resultado nos funciona. Un aporte al bien común y al propio.
Volver a invitar a caminar con uno al jipi interno, ese de la paz y el amor. Y que se manifieste.
O prender la luz.