• 14 de Diciembre

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Elecciones y cambios

  • Por: Pablo Hübner

Los resultados de las elecciones del domingo dan cuenta de cambios. En el análisis generalizado se menciona con frecuencia palabras como el terremoto político, la réplica, el tsunami, la resaca octubrista, la teoría del péndulo, la volatilidad incidente del clima del momento. Se suma el tema de la evaluación al actual gobierno, la percepción de promesas cansadas que no se concretan, el efecto del clima generalizado de inseguridad, entre otros factores.

Lo de Chile despertó y su proceso de intento fundacional, aparentemente, con esta elección, llega a su fin, al menos como se le conocía. La política en la garganta de los hinchas de fútbol, el baile histriónico con disfraces de personajes animados, los enmascarados malamente enaltecidos de la primera línea, los twitteros con el rondín permanente de la policía de la supremacía moral, la vacía tolerancia argumental de la violencia y del quién es más violento, para justificar la delincuencia, también llega a su fin. La dignidad no era la ocupación permanente de una estatua al medio de una plaza en Santiago. Tampoco era, como proponía uno de los ex convencionales constituyentes, la necesidad de cambiar el himno nacional, para que diga Plurichile es tu cielo azulado, ni hacer del país una severa fragmentación de su propia autonomía. La interpretación del malestar manifestado, su conducción, la representación del cambio, fue diluyendo la confianza rápidamente. La necesidad de orden se elevó con más fuerza ante el caos, el escándalo, el bochorno, el exceso, construyendo rápidamente un eje diferente, que hoy se dibuja como mayoritario. En poco tiempo, el escenario es otro.

Puerto Varas no ha estado ajeno a este proceso. La última elección municipal, así como en todo el país, tuvo un marcado acento asociado a lo que fue el estallido social y el juicio severamente crítico hacia los gobiernos de las últimas tres décadas. El actual gobierno municipal representaba esa fuerza de renovación, de cambio, con el espíritu declarado de que sus antecesores ya habían tenido la oportunidad, y de que no la habían aprovechado. El rol de los independientes, con orientación política, pero sin partido, fue otro de los hechos determinantes que marcó la elección. La idea de los movimientos, como articulación positiva ante la mala fama de los partidos tradicionales, se posicionó como garantía de algo, que, sin saber qué era, al menos, parecía diferente.

Luego, cuando llegó el momento de la elección entre el apruebo y el rechazo, se debatía hasta dónde se vinculaban los representantes del gobierno, de los distintos municipios, con la función, aparentemente inocente, de colaborar con la información. Esa era la palabra llave durante esos días: la información. Las campañas estaban desatadas y en el marco de dos opciones, los matices y la moderación estaban subordinados a la cobertura gruesa de una opción o la otra. Las discusiones y el debate, empobrecido y rivalizado, generó crispación en todas partes. Más de alguien de seguro vivió como integrantes de grupos de whatsapp de amigos, familiares, se retiraban por debates que dejaban a todos peleados.

Para la previa de la elección de este domingo el clima era otro. No se veía ni el conversatorio por zoom, ni banderas, ni la adhesión a una opción por sobre la otra, ni la votación interna para decidir la posición colectiva y representativa de algún tipo de colectivo. El vínculo del municipio fue seguir trabajando, desde la república independiente de Puerto Varas, más allá del tema constitucional. En la cuenta pública ni se mencionó este tema. La agenda tiene su curso y no depende de estos debates, que, en parte, permitieron la elección que posibilita el actual ejercicio del cargo. En lo político, el triunfo del rechazo y el resultado de la elección del domingo no reflejan las posiciones manifestadas por el alcalde y quienes lo apoyaron desde su candidatura. No obstante, lo administrativo y funcional trasciende la perspectiva y más allá de los aciertos y los errores, el río sigue su curso.  

Ni el Chile despertó, ni la idea vaga de que no son treinta pesos, son treinta años, ni ser el mejor representante de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, se sostiene con más fuerza que el espíritu más próximo y pragmático de representar a la comuna en su presente y porvenir. A veces en la derrota política hay más oportunidades que en el triunfo. La respuesta desde lo administrativo es una fortaleza.