• 18 de Abril

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Tras el estallido social los problemas al interior de la Iglesia Católica pasaron en nuestro país a segundo y tercer plano, lo mismo que las eventuales repercusiones del Documento Final del Sínodo de la Amazonia.  Sin embargo, la discusión está nuevamente ad portas.

A propósito de la polémica surgida sobre el nivel de contribución del Papa emérito Benedicto XVI al libro del Cardenal Sarah “desde lo más profundo de nuestros corazones”, el tema del celibato sacerdotal enfrenta a  detractores y defensores. Recordemos que fue el gran tema del Sínodo de la Amazonia y según trascendió, a fines de mes Francisco promulgaría su exhortación post sinodal en la cual ratificaría la propuesta del Sínodo de ordenar “excepcionalmente” sacerdotes a hombres casados (viri probati). La ordenación sacerdotal de hombres casados fue uno de los aspectos más discutidos en el Sínodo y el que menos consenso obtuvo. Se aprobó con 128 votos a favor y 41 en contra. 

En el punto 111 se lee: “Proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica.

A este respecto, algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema”. Apelando a la “conversión”, mencionada treinta y siete veces en el Documento Final, se instó a buscar nuevos caminos y a realizar profundos cambios, como por ejemplo, crear “nuevos ministerios y ver hasta donde se puede llegar” (Francisco). Uno de esos nuevos caminos sería precisamente la ordenación sacerdotal de hombres casados. 

Para algunos, demasiados suspicaces a mi juicio, la aparición del libro del cardenal Sarah escrito “a cuatro manos” como se dijo en un principio, sería un intento desesperado de los sectores conservadores por  “pautear” a Francisco, para que no ratifique la propuesta del Sínodo.

El Vaticano acusó el golpe y a través de Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano, en una especie de respuesta al Cardenal Sarah y al Papa emérito expresó que el “celibato sacerdotal no es ni jamás ha sido un dogma. Se trata de una disciplina eclesiástica de la Iglesia latina que representa un don precioso, definido de este modo por todos los últimos Pontífices”. Explicó, además, que “la Iglesia Católica de rito oriental prevé la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados y también para la Iglesia latina han sido admitidas excepciones precisamente por Benedicto XVI en la Constitución apostólica Anglicanorum coetibus dedicada a los anglicanos que piden la comunión con la Iglesia Católica, donde se prevé “admitir caso por caso al Orden sagrado del presbiterio también a los hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede”.

Suponemos que el Papa en su esperada Exhortación se pronunciará por mantener el celibato sacerdotal, habida cuenta que ya se ha pronunciado en varias oportunidades a su favor. Siendo Obispo afirmó que hay que continuarlo pese a  “todos los pros y los contras que conlleva, porque son diez siglos de experiencias positivas más que de errores. La tradición tiene un peso y una validez”.

A mayor abundancia, Mateo Bruni, director de la Oficina de Prensa, para dejar en claro la posición del Papa, recordó las palabras de Francisco desde regreso del vuelo de Panamá (27.01.2019): “personalmente, creo que el celibato es un don para la Iglesia. En segundo lugar, digo que no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional, no. Solamente quedaría alguna posibilidad en los sitios más remotos, pienso en las islas del Pacífico…”, y agregó la frase de Pablo VI: 'Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato'", que Francisco habría hecho suya.

Desde el Vaticano a través de una editorial de Tornielli consideraron el libro del Cardenal Sarah como una contribución al tema del celibato, con la “breve contribución de Ratzinger” incluida en el libro, en “obediencia filial al Papa”. No obstante esto, creemos que Francisco permitirá excepciones, como las planteadas en el Sínodo. A la periodista Francesca Ambrogetti le decía al respecto: “si la Iglesia va a revisar alguna vez el celibato” lo abordará “como un problema cultural de un lugar determinado, no de una manera universal y como una opción personal”.

¿Qué tan debilitado o fortalecido quedara el celibato en la tan esperada Exhortación? Tanto para los que están a favor de su disolución, como los que no, deberán esperar pacientemente, o sea, esperar con el corazón sereno el bien que no llega, o el mal que se avecina.

Eugenio Yáñez R.

Director Instituto de Filosofía, U. San Sebastián