La desaparición forzada de personas es un crimen contra los derechos humanos cometido, principalmente, en periodos de gobiernos dictatoriales en todo el mundo. En Chile, entre 1973 y 1990, la cifra oficial habla de mil cuatrocientas sesenta y nueve personas detenidas desaparecidas, de las cuales sólo trescientas siete han podido ser identificadas.
La detención y desaparición de personas por su actividad o pensamiento político, se utilizó como una forma de amedrentamiento; de acallar, a través del terror, las voces disidentes; de imponer por la fuerza y la violencia política del Estado una forma particular de entender la sociedad por sobre cualquier otra idea. Crímenes que no se detienen, por cuanto las familias de los desaparecidos siguen siendo víctimas y viviendo en el dolor permanente de la ausencia del ser querido.
En una nueva conmemoración del Día Internacional del Detenido Desaparecido, este 30 de agosto, quizás sea un buen momento para reflexionar e intentar empatizar con esas familias que todavía buscan a un hijo, un hermano o hermana, un padre o una madre, que un día fueron secuestrados por agentes del Estado y cuyo paradero aún se desconoce.
La utilización de la desaparición de personas como una forma de imponer ideas, no puede pasar inadvertido, no se puede trivializar ni justificar y mucho menos negar. Debemos ser capaces de establecer como piso mínimo para el entendimiento y discusión de la historia, los hechos probados, que sabemos que ocurrieron, cuyas víctimas indirectas son las familias de los detenidos desaparecidos, quienes siguen caminando entre nosotros esperando verdad y justicia. La indolencia y la negación no pueden ser una estrategia para cambiar u ocultar la historia.
En este día quisiera invitarles a reflexionar, independientemente de su postura política u opinión acerca del periodo comprendido entre ´73 y ´90, respecto ¿Qué ocurriría si los detenidos hechos desaparecer hubiesen sido mis familiares o amigos? Y si estiman que pasajes como ese, se vuelvan a vivir en la historia de nuestro país. Si la respuesta fuera negativa, cada aporte es relevante para evitar la repetición de estos hechos porque la democracia significa memoria para construir futuro.