• 12 de Septiembre

Sugeridos:

Burnout: el síndrome de “estar quemado”

Dr. Franco Lotito Catino

Profesor del MBA de la UACh


El burnout fue reconocido oficialmente en mayo de 2019 por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad, y representa un trastorno de salud mental de tipo crónico y cotidiano causado por un estrés laboral que aparece con frecuencia en trabajadores de todo tipo, pero en forma especial y recurrente, en servicios de tipo asistencial y educacional: profesores de enseñanza básica y media, médicos en servicios de urgencia o que están relacionados con enfermos de carácter grave (pacientes con cáncer, que han sufrido accidentes vasculares, que tienen Alzheimer, etc.), enfermeras, terapeutas.

El concepto “burnout” fue acuñado, por primera vez, por el Dr. Herbert Freudenberger, un psicólogo norteamericano, en su libro “Burnout: el alto costo del alto rendimiento”, siendo uno de los primeros investigadores en estudiar y describir los síntomas del agotamiento profesional. La definición médica, por su parte, conceptualiza el síndrome de Burnout como el “resultado de un estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”.  A raíz de lo anterior, los distintos estudios e investigaciones que se han llevado a cabo, analizan y definen al burnout de dos maneras:

  1. Visto como un síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal que puede ocurrir en individuos que hacen algún tipo de trabajo relacionado con personas.
  2. Como un estado de fatiga crónica, desgaste profesional o frustración que se produce en función de una devoción y entrega a una determinada causa, o como consecuencia de una relación profesional que no produce la recompensa o satisfacción deseada.

En este sentido, el burnout está constituido por tres dimensiones claramente identificables: (a) un agotamiento emocional, que implica, precisamente, la pérdida o desgaste de los recursos emocionales de la persona, (b) un estado de despersonalización y alienación que genera una serie de actitudes negativas o de carácter marcadamente cínico e insensible hacia los demás, (c) una evaluación negativa del propio trabajo, que afecta directamente al sujeto y que lo hace sentirse no realizado en el plano personal.

Todos nosotros debemos tener muy claro, que el burnout no desaparece como por arte de magia a través de tomar algunos días de vacaciones y que tampoco puede ser asociado con el sólo hecho de estar con una “sobrecarga de trabajo”. El burnout está directamente vinculado con la desmotivación personal, el desgaste emocional y la falta de sentido en relación con la vida profesional que el sujeto está llevando.

Las cifras del burnout, en general, no son muy alentadoras, siendo más marcadas en algunos países que en otros, si bien se estima que en el área de la salud pública y en el sector de la educación escolar existe alrededor de un 20% de personas diagnosticadas con este síndrome y otro porcentaje similar –e incluso superior– serían proclives al burnout o estarían a punto de sufrirlo.

Señalemos, finalmente, que las principales fuentes de burnout son: la percepción de injusticia, el exceso de trabajo, insuficiente reconocimiento a la labor realizada, falta de control sobre las tareas ejecutadas, conflictos de principios y valores, entre otras.