• 25 de Abril

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La desaparecida revista “En Viaje”, que publicaba Ferrocarriles del Estado, en el pasado siglo XX, y, que muchos de nosotros leímos con el mayor de los placeres, cuando se acercaba al término de sus ediciones, en más de alguna oportunidad nos sorprendió gratamente, con artículos que aludían a nuestra tierra y a las bellezas naturales de nuestro entorno, si bien, la mayoría de ellos eran escritos por autores santiaguinos de paso en nuestro hermoso sur, que, por lo general daban sus primeras impresiones, a veces en extremo someras.

Un caso – como el que planteábamos – es el artículo, correspondiente al n° 4 (febrero de 1934), aparecido en dicha revista, con el título de “Puerto Varas y el Lago Llanquihue”, cuyo autor es Ernesto Latorre, y que traemos a colación, no por haberlo leído en su tiempo, sino por haberlo descubierto mucho después. Es una colaboración en la cual don Ernesto nos habla brevemente de la ciudad, del Lago Llanquihue, con sus paseos y los vapores que lo recorren, del Monte Calvario, del curanto y, de los lugares a visitar en sus alrededores. Es decir, un texto bastante noticioso, a pesar de la brevedad que implican sólo dos páginas: nosotros nada más reproduciremos algunas partes, con el objeto de dar una idea de su hermoso texto. 

En primer lugar, don Ernesto se refiere a la ciudad, de la siguiente manera:

“Se comenzó a formar Puerto Varas en el año 1852, cuando el gobierno del Presidente don Manuel Montt hizo traer a Chile los primeros colonos alemanes. Es un pueblo simpático por excelencia. Sus casas son construidas de madera y los techos pintados de color rojo, lo que lo hace más pintoresco.

Puerto Varas es el punto de veraneo más frecuentado en el sur de Chile. Solamente visitando estos lugares se puede uno dar cuenta exacta del número de viajeros y turistas que se dan cita por aquí en las épocas de verano.

Cuenta Puerto Varas con unos tres mil habitantes, casi todos alemanes o descendientes de alemanes.

El servicio de hoteles es muy bueno; hay también algunas casas de pensión.

Este pintoresco puerto se halla dividido en dos secciones denominadas Puerto Grande y Puerto Chico, separadas ambas por un camino o avenida de unas cinco a seis cuadras.”

Luego, prosigue con el Monte Calvario. Dice:

“En el año 1907, el reverendo padre Melliwg, de la orden de los jesuitas, hizo construir en la cumbre de este cerro una hermosa capilla de la Madre Dolorosa, delante de la cual levantó un precioso calvario. A un lado de la cruz está María y al otro costado Magdalena que la acompaña en su justo dolor.

En el camino que rodea el Calvario, se encuentran unas pequeñas capillitas que en un tiempo representaban las catorce estaciones.”

Continúa don Ernesto con la descripción de un curanto, y nos señala:

“La quinta de recreo ´Laura´ ha izado bandera lacre, en señal de que en ella se prepara un curanto. La bandera es grande y el aviso que tiene se puede leer desde larga distancia. Una pizarra a la entrada de la puerta anuncia que el curanto podrá servirse entre 6 y 7 de la tarde.

A esta hora los veraneantes empiezan a llegar; cada cual adquiere su entrada, mediante la suma de cinco pesos, con derecho a servirse curanto hasta quedar repleto.

Nos sentamos a las mesas. Un empleado de la quinta se encarga de destaparlo, mientras todos nosotros observamos cómo éste se ha preparado. Integran el curanto las cholgas, las papas, los trozos de carne, las longanizas, el queso, y por último los milcaos, especies de tortillas hechas con papas molidas y manteca.

Nos servimos el sabroso curanto.”

Y, finalmente, para nosotros, el Lago Llanquihue y los vapores que lo recorren. Dice don Ernesto:

“¡Qué grande y majestuoso es este lago! Su superficie es de 800 kilómetros cuadrados. Una sencilla operación aritmética, nos dice que tiene 51,200 cuadras cuadradas. Santiago, con su gran extensión, podría caber en este lago fácilmente unas doce veces. Como se ve no es tan pequeño…

Las aguas del lago son un color azul, contorneadas por lomajes cubiertos de exuberante vegetación.

Desde cualquier punto del lago se puede ver el volcán Osorno con sus nieves eternas. Hacia la derecha el Calbuco, volcán que en el año 1917 arrojó grandes cantidades de azufre y otras materias.

Los días lunes, martes, miércoles y viernes, el vapor ´Chile’, de 80 toneladas, hace el recorrido entre Puerto Varas y Puerto Octay, con escala en Desagüe, Frutillar y Los Bajos. Su regreso lo hace por el punto denominado Lo Gallardo, continuando por último hasta Puerto Varas.

El vapor ´Santa Rosa’, acostumbra a hacer su recorrido a Ensenada todos los días a excepción del jueves, día en que da completa la vuelta al lago en más o menos doce horas.

Hay también para el servicio de veraneantes lanchas a gasolina elegantes y cómodas.”