43 de los 50 alumnos de la promoción del año 1972 del Liceo Pedro Aguirre Cerda se reunirán el próximo 7 de diciembre en la ciudad de las rosas para conmemorar los 50 años desde su egreso, oportunidad en la cual recorrerán las instalaciones del liceo, para luego reunirse en una convivencia que les permitirá ponerse al día en lo que ha sido la vida de cada uno de ellos.
Respecto de la época en la cual les tocó vivir su adolescencia en el liceo, Román Hernández, uno de los alumnos de esa promoción nos cuenta “el Puerto Varas de entonces, comienzos de la década del 70, era una ciudad muy pequeña. Solo el centro mostraba algunos edificios de mediano tamaño y de importancia, donde se desarrollaba el comercio con algún grado de modernidad para la época. Importantes eran las tiendas Ales y Jamarne: la zapateria Kauak. En lo social el Club Alemán y los hoteles Playa y Bella Vista eran centros de la bohemia puertovarina de aquellos días. El cine Real y al frente la discoteque de Pocho Adel, eran puntos de entretención para la juventud de la época; hacia el norte, el barrio estación cobraba importancia por la llegada del tren desde Santiago y la existencia del Hotel Rancho Grande de la cadena Sernatur”.
“En el sector sur, la calle Colón era paso obligado por contener una buena cantidad de habitantes de la ciudad y por ser ruta hacia Puerto Montt. La calle Imperial cobraba importancia por estar ahí ubicado el liceo Pedro Aguirre Cerda, centro de educación pública secundaria de gran importancia junto a los colegios Germania y Alemán, que eran de educación privada”.
“Nuestro país vivió a partir de 1970 en adelante una notable efervescencia política y socio económica, por la llegada al poder del régimen socialista del presidente Salvador Allende. Esta situación no perturbaba a los estudiantes en su afán de instruirse al alero de profesores de excelencia. Esta promoción resultó ser de alumnos muy bien preparados y orgullosos de ser hijos de la educación pública, ciudadanos conscientes de que de este paso dependía ser hombres y mujeres útiles a la sociedad y crecimiento personal. De este modo, casi la totalidad de la promoción ingresó a la educación superior, logrando con el paso de los años, importantes triunfos, pasando a ser profesionales útiles a la sociedad, pero por sobre todo hombres y mujeres honestos y buenas personas”.
“En un hecho casi increíble, después de 50 años transcurridos nos volvimos a encontrar y más notable aún es ver que nuestras convicciones siguen siendo las mismas de aquellos años de jóvenes sacrificados, soñadores e indómitos. A esta altura de nuestras vidas solo nos queda el orgullo de haber recorrido el largo camino desde ser jóvenes rebeldes a ser adultos mayores agradecidos de la vida y poder mostrarnos orgullosos por haber logrado, a pesar de todos los inconvenientes y trabas que nos puso la vida, salir adelante, formar familias que llevarán nuestro sello de sacrificio y esfuerzo y ser, en el atardecer de la existencia, un espejo para nuestros hijos generaciones futuras”, finalizó.