• 19 de Abril

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Las más de las veces asociamos el concepto de patrimonio cultural arquitectónico, con algún barrio de la ciudad decretado como tal o alguna construcción específica, que tiene entre sus pergaminos el reconocimiento oficial y quizás un pequeño letrero en su exterior, que hace mención a tan importante honor; lugares y paseos que son visita obligada de entidades educacionales, turistas en general y alguno que otro fotógrafo, que ve arte en su diseño original o en una ventana rota que da a la calle.

Sin embargo, el abanico de construcciones patrimoniales aún existentes, es mucho más extenso y rico de lo que presentan páginas turísticas o de lo que podemos encontrar en la web;  luchando contra el paso del tiempo, las inclemencias del clima o en algunos casos,  de la más absoluta indiferencia de algunos propietarios, encontramos casas centenarias, capillas, galpones y establos, que son una verdadera poesía visual, hitos aún presentes de la vida y costumbres de las generaciones de antaño que se abrieron camino por la cuenca del lago Llanquihue, colonizando y haciendo prosperar la región; lejos de reconocimientos académicos y sin placa recordatoria en su frontis, estos verdaderos monumentos arquitectónicos, aún pueden ser visibles entre cercos y árboles.

Como fotógrafo paisajista, he trabajado desde el año 2018, entre maderas y tejuelas, en un proyecto artístico - visual; referente a construcciones históricas, varias ya centenarias, que aún se pueden encontrar en localidades como Puerto Varas, Río Frío, Cañita, Nueva Braunau, Llanquihue, Fresia y Puerto Fonck entre otras.

Con la colaboración entusiasta de los seguidores de mi cuenta en Instagram @kike.loslagos, he podido identificar varias casas con sus recuerdos asociados; ha sido un trabajo largo y silencioso, pero muy gratificante, resultado al fin de una inspiración personal, con toques quijotescos.

Es de esperar que esta inquietud particular, colabore de alguna manera, a valorar de una manera genuina, a aquellas construcciones patrimoniales que son verdaderos museos al aire libre, y que se han ganado el corazón y el respeto de varias generaciones. 

Texto y fotografía: Enrique Rencoret