• 28 de Marzo

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En el CAMM, durante todo el mes de junio y en horario de 12 a 16 horas, previa inscripción en produccion@molinomachmar.cl, se puede visitar la exhibición “La Huerta” de la artista Amparo Allende, quien rescata “La Huerta Familiar”, una práctica transmitida de generación en generación por colonos alemanes y chilotes, que arribaron a la cuenca del lago Llanquihue, trayendo consigo conocimientos y tradiciones hortelanas que definieron su habitar y fueron determinantes en su capacidad de sobrevivir, adaptarse y transformar el paisaje.

A través de una encuesta realizada por el Centro de Documentación, CEDOC CAMM a 35 huerteras(os) del ámbito urbano y rural de la cuenca del lago Llanquihue se registran las prácticas, especies cultivadas, sus usos y manejos, dando cuenta del valor de la huerta familiar como legado biocultural.

La selección de especies cultivadas y posterior conservación y propagación, generaron un patrimonio vegetal hortícola, con variedades ancestrales únicas y específicas para este clima y geografía.

Estas huerteras y huerteros son guardianes de un patrimonio vegetal único, frágil e irremplazable, sus saberes se formaron por generaciones de transmisión oral, observación y práctica permanente, pero están envejeciendo, y sus hijos ponen en la balanza el oficio laborioso, ante la facilidad e inmediatez del supermercado, lo que se traduce en la desaparición de las huertas.

A la fecha no hay estudios locales que identifiquen y registren su existencia, es por esto que el CEDOC CAMM, lleva a cabo esta investigación y exposición a cargo de la artista visual Amparo Allende Connelly para su rescate, resguardo y valorización, buscando traspasar estas semillas y saberes a nuevas generaciones de hortelanos que dada la crisis social, sanitaria y medioambiental revalorizan el huerto como herramienta de subsistencia, salud y soberanía.

LA HUERTA: INSTALACIÓN DE AMPARO ALLENDE CONNELLY

La artista señala respecto de este trabajo: “Este proceso de investigación me ha permitido conocer muchas huertas y quintas maravillosas, producto de un linaje femenino transmitido por generaciones que dan vida a un espacio íntimo y fundamental de nuestro patrimonio biocultural.  El que surge a través de la siembra, resguardo y selección de las especies, creando un ecosistema único, especialmente adaptado a este nuestro tierra, clima y geografía. El huerto provee y sustenta a la familia y su comunidad. Este autosustento les brinda soberanía sobre el territorio, y el recetario que surge de los frutos de la huerta configuran su identidad”.

“Estas huerteras renuevan su siembra cada primavera con afán y sabiduría producto de toda una vida de aprendizaje, desde niñas a la siga de sus madres, con las manos en la tierra, atentas al clima y la luna, en observación constante de la evolución y desarrollo de sus plantas. Las que cuidan y nutren con amor de madres, para con ellas alimentar y sanar a sus familias”.

“El montaje largo y laborioso como el laborar anual de la huerta, recolecté, curé y sequé las especies más representativas y características de los huertos de la cuenca del lago Llanquihue.  Esta instalación busca recrear el huerto desde su magia, diversidad, orden y por sobre todo su fragilidad”.

ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO DOMÉSTICO

La huerta y quinta fueron parte fundamental del habitar y subsistencia de los primeros colonos llegados a la cuenca del lago Llanquihue.  Podemos observar de su asentamiento un patrón en el diseño y organización del territorio doméstico.

En el campo la huerta se ubica tradicionalmente inmediata a la casa, de unos 800m2 en promedio con alrededor de 65 especies cultivadas, idealmente protegida del viento y las heladas, de supervisión y acceso rápido desde la cocina.

Junto a la huerta se encuentra la quinta de frutales, en una superficie promedio de 2000 m2, donde dominan los manzanos para la fabricación de chichas, vinagres y postres, también se registran cerezos, ciruelos y perales. 

En el ámbito urbano el patrón fue similar a pequeña escala, con un antejardín donde se aprecian plantas ornamentales y el huerto atrás de la casa con la presencia de uno o mas frutales. 

En la actualidad se ha perdido gran parte de los huertos urbanos, quedando como vestigio de ello añosos frutales en las casas más antiguas de la ciudad.

La quinta de manzanos esta presente en el paisaje rural como símbolo de la domesticación del paisaje, permaneciendo incluso pasada la presencia del hombre en el lugar.