• 29 de Marzo

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La Universidad Católica de Valparaíso anunció la semana pasada que estudia realizar algunos cambios en su proceso y mecanismos de admisión, de cara a los hechos que acontecieron con la PSU. Estas modificaciones se consideran para los postulantes del 2019. Una de las propuestas considera la prueba como optativa y propone dar mayor valoración al NEM (notas de enseñanza media) o al ranking. Esta vía presenta a juicio de Leonor Varas, actual Directora del DEMRE el problema de que sin una prueba de por medio, no existe manera de seleccionar entre dos postulantes que han “empatado” en el ranking y en sus NEMs.

Dado que frente a la contingencia actual, desde el DEMRE y el CRUCH se han estado barajando algunas posibilidades de cambio para el actual proceso de admisión a las universidades, surge una pregunta que implica un desafío y una oportunidad de mejora: ¿será el momento de realizar cambios al actual proceso de admisión, con el fin de mejorarlo y también, lograr una mayor equidad?

La actual PSU (prueba de selección universitaria), es una prueba estandarizada que lleva 17 años operando (la anterior PAA, lo hizo por 35 años) y que no está libre de cuestionamientos. Incluso, el principal de ellos, plantea que es una prueba que favorece a los postulantes provenientes de los establecimientos con mayor calidad de educación, y que muchos jóvenes de condición vulnerable no logran ingresar a la universidad debido a la “mala base”. Aun, teniendo las capacidades y las habilidades necesarias para la educación universitaria. En otras palabras, el instrumento se constituye en un elemento discriminador, donde se ven favorecidos los postulantes de los sectores más acomodados. Al respecto, Leonor Varas reconoce en entrevista con el noticiario 24 horas, que ellos ya han “piloteado” a inicios del 2019, otras pruebas en más de 9.000 estudiantes de todo tipo de establecimientos, obteniendo mejores y más equitativos resultados que la actual PSU. Pero, deben unirse las voluntades desde el Ministerio de Educación para poder validar estas pruebas e iniciar el proceso de reemplazo de la actual PSU. Mientras tanto, miles de jóvenes provenientes de la educación pública, seguirán esperando.

Otra crítica a la PSU, es que perjudica los alumnos que egresan de los Liceos Técnico-Profesionales. Ellos, aunque comparten contenidos curriculares con la educación Científico-Humanista, tienen un modelo educativo orientado a la formación por competencias. Este último aspecto no se considera en una prueba de carácter cognitivo, como lo es la PSU. Este tema no es menor, si consideramos que cerca del 27% de los alumnos inscritos para rendir la PSU 2019, proviene de Liceos Técnico-Profesionales.

Se requiere un instrumento que evalúe las capacidades de los postulantes, considerando los diferentes tipos de sistemas escolares desde los cuales egresaron. Pero también debe considerar la equidad. Esto último-en los tiempos que corren-resulta tener la mayor importancia. En un Chile, donde la educación superior se constituye como la única herramienta que tiene un joven de escasos recursos, para romper el círculo de la pobreza en el mediano plazo, se torna urgente proponer mejoras al Proceso de Selección Universitaria. Desde el punto de la ética, no podemos seguir “marcando el paso” con un instrumento que aumenta la discriminación, perjudicando a los que no han tenido todas las oportunidades. Cambiar la PSU es un compromiso con la justicia, la equidad, la humanidad y el respeto que debemos tener por el otro. No importan las razones técnicas, en la vida la palabra IMPOSIBLE, no existe.

 

Gonzalo De los Reyes Serrano

Magister en Educación; Coach en Parentalidad Positiva;

Director de la división Patagonia en la Fundación Innovación Educativa Chile