• 20 de Abril

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En Chile, anualmente se diagnostican más de 800 casos de cáncer de ovario. Se trata de una neoplasia del aparato reproductor femenino que, “si bien no es el más frecuente, sí es el más letal, ya que tiene la tasa de supervivencia más baja en proporción al número de casos”, según explica el Dr. Nicanor Barrena Medel, cirujano oncoginecológico de FALP y especialista en esta patología. De ahí la importancia de generar conciencia en torno a esta enfermedad y una de las principales razones por las que cada 8 de mayo se conmemora su día mundial.

Tal como explica el Dr. Barrena Medel, uno de los principales problemas de esta patología radica en que, al momento del diagnostico, en un 75% de los casos el tumor ya se ha extendido a otros órganos de la pelvis y el abdomen (como útero, colon, hígado o bazo).

¿La razón? Síntomas inespecíficos que suelen confundirse con los de otras enfermedades, especialmente del aparato digestivo, como dolor y distensión (hinchazón) abdominal, dolor pélvico, sensación de saciedad precoz con las comidas y, menos frecuentemente, constipación (estitiquez), náuseas y vómitos, entre otros.

Al respecto, el especialista complementa que “muchas veces las pacientes con cáncer de ovario transitan de médico en médico o se autodiagnostican con alguna condición intestinal benigna, como colon irritable, hasta que finalmente alguien hace el diagnóstico certero. En este sentido, resulta fundamental acudir a un especialista y realizarse una evaluación ginecológica ante molestias abdominales que son persistentes pese a un tratamiento adecuado, que aumentan progresivamente en intensidad y frecuencia, y/o que se inician a una edad inhabitual, por ejemplo, empezar con señales de colon irritable a los 60 años cuando nunca antes se ha sufrido de esto”.

Lo cierto es que el cáncer de ovario sigue siendo una enfermedad aún muy desconocida por la población, ante lo cual el Dr. Barrena Medel menciona aspectos claves a conocer.

 

1.- La existencia de un tratamiento efectivo y la importancia de acudir a un especialista

Pese a que en la gran mayoría de los casos la enfermedad ha comprometido otros órganos, existen terapias combinadas que pueden llevar a su curación o, al menos, a transformarla en una patología de curso crónico (con una sobrevida prolongada).

Al respecto, la cirugía constituye el pilar central del tratamiento y su objetivo debe ser la remoción de todo tumor visible, lo que se conoce como Citorreducción completa. Debido a la envergadura y complejidad de esta intervención, ésta debe ser realizada por profesionales entrenados para ello y en centros especializados. “Hay evidencia científica fuerte y categórica que demuestra una asociación clara con una mejoría en las expectativas de vida cuando la cirugía es llevada a cabo por un especialista en el tema versus, por ejemplo, un ginecólogo o cirujano general. Se trata de una intervención muy extensa, con muchos detalles y potenciales imprevistos, ya que frecuentemente uno no sabe con cuánto tumor efectivamente se va a encontrar, y qué áreas precisas del abdomen y la pelvis de esa persona estarán involucradas”.

Por otro lado, la quimioterapia se utiliza para eliminar la enfermedad mínima que pudiera quedar tras la cirugía, buscando reducir el riesgo de que el cáncer recurra  o, en ocasiones, para reducir el tamaño del tumor antes de operar, de ser impracticable esto al inicio.

Por último, se encuentran las terapias dirigidas e inmunoterapia, integradas por nuevos medicamentos, algunos ya aprobados para su uso clínico y otras aún en fase de investigación, diseñados para bloquear el crecimiento, propagación y reaparición de células cancerosas.

 

2.-El factor genético.

En alrededor de un 15% de los casos de cáncer de ovario subyacen factores genéticos predisponentes, que incluyen mutaciones como las de los genes BRCA, que también condicionan mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer de mama, entre otros.

“Cuando tenemos presentaciones de cáncer de ovario atípicas —en mujeres jóvenes o que ya han tenido cáncer de mama—, así como mujeres sanas, pero con familiares de primer grado con cáncer de mama u ovario, generalmente las enviamos a una consejería genética, donde se les hace un árbol genealógico y se estima su riesgo según su historia.  Si a la paciente se le encuentra la mutación, se le puede recomendar que a determinada edad se extirpe los ovarios y las trompas de Falopio; o que se saque las mamas”, añade el especialista.