• 28 de Marzo

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Cinco tips para alejar a los niños de las pantallas en estas vacaciones de invierno

Especialistas entregan consejos para entretener a los niños durante los días libres y explican los riesgos de una exposición prolongada a las pantallas.


Sólo algunas décadas atrás los días feriados eran sinónimo de juegos al aire libre, de tiempo destinado a compartir con los amigos del barrio o a pasear en familia. Sin embargo, hoy el panorama ha cambiado. Los niños prefieren quedarse en casa jugando en el computador, con consolas o en sus celulares, lo que ha provocado que su sociabilidad disminuya, aumente el sedentarismo y el sobrepeso. Para evitar que esto ocurra en las vacaciones de invierno, Karina Navarro, psicóloga de Vidaintegra, entrega los siguientes consejos:

  • Planificar una rutina. Para que los niños tengan diferentes actividades durante el día, la profesional aconseja pensar de antemano qué harán. “Se puede mezclar paseos como ir a la plaza, invitar amistades a la casa, cocinar con ellos lo que les guste, andar en bicicleta, entre otros, con lectura o repaso de algunas materias por unos 20 minutos diarios”, dice Karina. 

 

  • Limitar el tiempo frente a las pantallas y controlar qué hacen. “La edad ideal para que un niño esté por primera vez frente a una pantalla es alrededor de los 5 años, ya que ello le permitirá aprender las vocales, los números, los colores, a sumar y restar, por ejemplo. El tiempo de exposición no debe superar una hora. Si se trata de un adolescente, se sugiere entre 1 a 2 horas”, afirma la especialista de Vidaintegra. 

 

Y agrega: “Es muy importante que los padres sepan qué juegos prefiere su hijo, ya que hay algunos que tratan sobre la muerte e implícitamente hay en ellos ideas suicidas, por ejemplo. Esto puede confundir a los niños más pequeños, ya que les cuesta diferenciar la realidad virtual de la real”.

 

  • Aprovechar el tiempo para compartir en familia. “Construir un sentido de pertenencia es vital en la niñez y en la adolescencia. Una manera de hacerlo es viendo fotos y videos familiares, y visitando parientes. Esto, además, evitará el aislamiento de los menores en sus dormitorios”, señala la profesional.

 

  • Los adultos debieran incorporarse a los juegos de los niños. De esta forma se creará una relación más cercana y de mayor confianza. Además, “los menores aprenderán a controlar la frustración, ya que tarde o temprano perderán el juego, lo que les servirá para entender que en la vida las cosas no siempre salen como uno quisiera”, añade. 

 

  • Invitarlos a nuestros juegos. Para la psicóloga, la mayoría son beneficiosos, porque pueden estimular de diferente forma a los menores, “los individuales hacen que se esfuercen más, ya que solo dependerá de ellos ganar o no, mientras que los grupales ayudan a socializar y a aprender a trabajar en equipo”, aclara. Sin embargo, no todos los juegos de adultos son recomendables, especialmente aquellos en que se apuesta algo o si se juega con personas que no están acostumbradas a cambiar su lenguaje o no saben diferenciar qué temas de conversación se deben tener frente a un menor.  “Los ideales son aquellos en que participa toda la familia, como las cartas, el dominó o el Monopoly, ya que estimulan el desarrollo cognitivo, pero siempre con los padres presentes y sin apostar”, concluye.

 

Riesgos de exposición a pantallas

La Organización Mundial de la Salud determina que niños menores de 1 año no deben estar expuestos a pantallas y que, entre los 2 y 5 años, pueden estar máximo una hora diaria frente a estos dispositivos electrónicos. Sin embargo, establece en 5 años la edad ideal para exponerse a pantallas por primera vez.

Los riesgos que provoca la exposición prolongada a pantallas son variados: neurológicos, psicológicos y oftalmológicos.

“Los niños se introducen en un círculo de recompensa por la dopamina, hormona que se secreta al estar en contacto con pantallas. Lo que esto produce es fascinación, no atención. La evidencia científica señala que entre más dopamina tenga un niño, mayor es la probabilidad de que se transformen en personas miedosas, estresadas e, incluso, durante la adolescencia, podría poner en riesgo su vida”, sostiene la orientadora y psicopedagoga de Clínica Santa María, Bretta Palma.

Además, afecta negativamente la calidad del sueño, como consecuencia de la alteración de los niveles de melatonina (hormona reguladora del sueño). “La luz que emiten los artefactos electrónicos hacen que el cerebro piense que estamos de día, a pesar de que es de noche, y dificulta tener un sueño de buena calidad”, asegura la Dra. Evelyn Benavides, neuróloga de Clínica Vespucio.

“A nivel ocular, se demostró en estudios en ratas que las ondas emitidas por las pantallas LED afectan las células de la retina, produciendo daño visual a largo plazo. Asimismo, cuando los niños están expuestos a pantallas (tablets y celular) de cerca por muchas horas, hay un aumento de la acomodación y la convergencia acomodativa a nivel ocular (proceso que ocurre para lograr enfocar las imágenes de cerca); pudiendo producir falsas miopías y estrabismo convergente, lo cual se manifestaría con visión borrosa", explica la Dra. Emilia Giobellina, oftalmóloga de Clínica Dávila.

El Dr. Andrés Díaz, oftalmólogo de Clínica Ciudad del Mar, sostiene que los estudios preliminares demuestran que se produce daño por la radiación emitida por las pantallas, en diferentes tejidos del ojo: “Aunque no hay estudios actuales que nos recomienden el uso apropiado de ellas, o que justifiquen el uso de filtros en los anteojos, esperamos en el mediano plazo contar con ellos. Mientras tanto, la recomendación actual sería limitar su uso, especialmente en los niños más pequeños”.

La Dra. Ana María Bravo, pediatra de Help, enfatiza en que las pantallas provocan una adicción y un retraso en el lenguaje por la falta de necesidad de comunicarse en ese momento. “El uso de todo tipo de pantallas en los niños es bastante nocivo, porque, si bien los mantiene tranquilos, es un ente que cautiva al niño y produce una relación unidireccional, ya que el menor no está relacionándose con nadie y no está desarrollando ninguna habilidad. Además, los vuelve adictos, ya que prefieren ver una imagen más que jugar o inventar, que son los momentos en que efectivamente están aprendiendo. En cambio, la pantalla les entrega todo hecho: el movimiento, la voz y la imaginación”, sostiene la especialista.